Porque esta novela trata también de la pérdida de la inocencia, del descubrimiento del amor, el sexo, los vínculos de poder o los caminos que se nos abren al final de esa adolescencia, cuando el adiós de un verano puede suponer muchísimo más que la pérdida de un amor estival, y darle la ocasión al destino a que nos guiñe un ojo o por el contrario nos lleve por la senda que siempre había deseado.
Las grandes familias de Fuentegrande están representadas en estas páginas, esos clanes dominantes de los años ochenta en un valle que muy bien pudo ser cualquiera de la sierra madrileña. Décadas de dominio, tierras que daban poder, hijos a los que aleccionar para que heredasen dichos dominios, jóvenes diferentes que sólo llegaban al pueblo en verano con un cargamento de envidiables novedades. Ese material es el que maneja Beatriz Rodríguez con gran maestría, moviéndose en una tela de araña en la que el pasado, los secretos y las apariencias han enturbiado al lector una visión que está deseando que alguien limpie.
Cuando éramos ángeles. Beatriz Rodríguez.Seix Barral. Barcelona 2016. 256 págs. 18 euros.(LA VERDAD, "ABABOL", 4/6/2016)