Número de páginas: 256
Sinopsis: Clara, una joven periodista, vive en un pueblo de menos de mil habitantes, donde lleva una vida tranquila. Dirige el periódico digital local, aunque aspiraba a mucho más, y no se relaciona con casi nadie, a excepción de Chabela, la dueña del hostal Las Rosas, donde come y duerme, e intenta olvidar la reciente muerte de su marido, bebiendo por las noches y saliendo a correr por las mañanas.
La aparición del cadáver de Fran Borrego, uno de los dueños de las tierras que rodean el pueblo de Fuentegrande, hará que esa vida aparentemente tranquila le muestre una sociedad repleta de envidias, intrigas y tramas incompletas que provienen de un pasado que desconoce.
Mientras Clara inicia una investigación sobre la muerte del cacique, entrevistando a distintos personajes que pueden estar involucrados en su asesinato, nos adentramos en un flashback, ambientado en los años noventa, que muestra la verdadera historia de cada uno de ellos, así como el descubrimiento, por parte de este grupo de adolescentes, del sexo, el amor, la ira, la amistad, la decepción y la venganza.
Opinión personal
Cuando éramos ángeles narra un crimen rural, un asesinato violento en medio de un entorno campestre en el que la vida sigue siendo como hace unas décadas. En este pueblo de mil habitantes la tierra significa poder, y el poder lo tiene Francisco Borrego padre, cacique y padre de la víctima, Fran Borrego hijo.
La protagonista es Clara Ibáñez, una periodista treintañera que trabaja en el periódico de la comarca y vive en este pueblo sin apenas tener contacto con ninguno de sus vecinos desde que su marido murió. En este pueblo en el que nunca ocurre nada destacable, la aparición del cuerpo y los interrogantes que se presentan alrededor, son suficientes para despertar el interés de Clara que empezará a actuar más como policía que como periodista.
Para llegar a saber cómo funciona el pueblo, quién era Fran Borrego y quién podría estar interesado en su muerte, la autora nos propone diferentes viajes al pasado en el que conoceremos a toda la pandilla al completo; como se divertían en la verbena, como fueron sus primeros romances, quién rompió el corazón a quién y qué le deparó el futuro a cada uno. En este sentido, la novela me ha resultado un poco confusa porque son muchos personajes relacionados entre sí que he acabado confundiendo y mezclando, hasta llegar al punto de no saber exactamente qué estaba leyendo en cada momento.
La autora dice que ha querido mostrar el recuerdo de lo que fuimos cuando éramos adolescentes, de lo maleables que algunas personas pueden ser y del peligro que corremos por no hacer el camino junto a las personas indicadas. El peligro de actuar bajo una ética de grupo y acabar por difuminar las líneas que separan en mal del bien.
Si la violencia y la tierra son dos de sus principales ingredientes, el otro lo es la gastronomía. Muchos de sus capítulos tienen nombre de platos tradicionales, y en la voz de la dueña del hostal del pueblo, se nos presenta la propia receta.
La novela no ha llegado a engancharme tanto como esperaba cuando leí la sinopsis, pero sin duda presenta una historia profunda y bien tejida, teniendo además en cuenta su breve extensión. Hoy en día hay multitud de historias policiacas en las que se presentan asesinatos en grandes metrópolis, en medio de un ritmo frenético, pero en este caso se nos presente una novela original, en la que la voz cantante la lleva una periodista, en la que al policía apenas tiene nada que decir y en la que nos trasladamos a un entorno diferente a lo que estamos acostumbrados.