En 1579 fallece Don Enrique sin que su testamento resuelva el problema. El gobierno queda confiado a cinco gobernadores hasta la resolución del problema sucesorio. Catarina retira su candidatura por falta de apoyos. Don Antonio recoge el apoyo popular, que resulta peligroso y sospechoso a los ojos de todos los que están interesados en evitar una revolución. El 12 de Junio de 1580, en una ceremonia religiosa, el obispo de Guarda (ciudad de Portugal) se dirige a Don Antonio como "defensor del reino". Y uno de los presentes grita: "¡Real, Real, por Don Antonio, rey de Portugal¡", el pueblo secunda la aclamación con entusiasmo y apoya su proclamación como rey en Santarém (1580). El nacionalismo plebeyo se exalta condenando a Don Enrique I al infierno. Para los historiadores de la época, es "la canalla" quien aclama a Don Antonio. Las tropas enviadas por el gobernador para evitar que Don Antonio entre en Lisboa se unen a él; entra en la ciudad y es recibido de forma festiva por la población. El pueblo llano no escatima insultos y amenazas contra la mayoría de la nobleza y eclesiásticos que se pronuncian a favor del pretendiente castellano. En Braga el arzobispo es expulsado por la población; Alcazer do Sal también despide a los enviados por Felipe II. En otros sitios, por ejemplo Sâo Miguel, son los notables los que impiden que la población se mueva.
Cuando España invadió Portugal.
Publicado el 28 diciembre 2010 por Losplatoscomoojos @platoscomoojosEn 1579 fallece Don Enrique sin que su testamento resuelva el problema. El gobierno queda confiado a cinco gobernadores hasta la resolución del problema sucesorio. Catarina retira su candidatura por falta de apoyos. Don Antonio recoge el apoyo popular, que resulta peligroso y sospechoso a los ojos de todos los que están interesados en evitar una revolución. El 12 de Junio de 1580, en una ceremonia religiosa, el obispo de Guarda (ciudad de Portugal) se dirige a Don Antonio como "defensor del reino". Y uno de los presentes grita: "¡Real, Real, por Don Antonio, rey de Portugal¡", el pueblo secunda la aclamación con entusiasmo y apoya su proclamación como rey en Santarém (1580). El nacionalismo plebeyo se exalta condenando a Don Enrique I al infierno. Para los historiadores de la época, es "la canalla" quien aclama a Don Antonio. Las tropas enviadas por el gobernador para evitar que Don Antonio entre en Lisboa se unen a él; entra en la ciudad y es recibido de forma festiva por la población. El pueblo llano no escatima insultos y amenazas contra la mayoría de la nobleza y eclesiásticos que se pronuncian a favor del pretendiente castellano. En Braga el arzobispo es expulsado por la población; Alcazer do Sal también despide a los enviados por Felipe II. En otros sitios, por ejemplo Sâo Miguel, son los notables los que impiden que la población se mueva.