BY RICK WARREN — Nuestra civilización está perdiendo su civilidad. ¡El mundo es cada vez más grosero! Una de las cosas que está causando esto es el Internet, porque permite que la gente se esconda detrás de la pantalla y escriba cosas en línea que nunca tendrían el valor de decirlas a otros cara a cara.
Todas esas personas están revelando la pequeñez de sus corazones. Las grandes personas hacen que las personas se sientan grandes, pero hay gente que menosprecia a las personas. Estas tienen un pequeño nudo en el corazón, y se burlan de otros porque piensan que les hará sentirse mejor.
¿Cómo manejas a la gente grosera? No lo haces. Deja que Dios los maneje. Deja que Dios sea tu defensor.
El rey David era un profesional en esto. Él sabía lo que significaba ser atacado emocional, verbal y físicamente. Como hombre joven, él fue ungido por Samuel para ser el próximo rey de Israel, pero él pasó dos años huyendo de su predecesor, que quería matarlo. Se escondió en cuevas, mientras era criticado constantemente a sus espaldas.
Sin embargo, David no dijo una mala palabra contra el rey. Él nunca tomó represalias, porque Dios lo estaba preparando para ser el rey. A Dios le gustaba su corazón.
David dice en el Salmo 23:5, “Dispones ante mí un banquete en presencia de mis enemigos. Has ungido con perfume mi cabeza; has llenado mi copa a rebosar” (NVI).
David estaba reconociendo la bondad de Dios con él. Dios unge su cabeza con aceite, le dice al mundo: “¡Este es mi hijo! ¡Retrocede! Este va a ser el próximo líder. “La copa de David se desbordó, lo que significaba que Dios lo mantuvo bendiciéndole y bendiciéndole, aun cuando otros lo atacaban.
¿Se veía David estresado? ¡No! Él no tuvo que usar toda su energía para defenderse porque confiaba en Dios como su defensor.
Se necesita mucho de la fe y la humildad para descansar y confiar en Dios cuando estás bajo ataque, cuando estás mal interpretado, cuando los rumores se están extendiendo sobre ti y la gente está diciendo cosas acerca de ti. Cuando eso sucede, todo en ti quiere levantarse y hacer algo al respecto.
Pero eres más como Cristo cuando callas bajo ataque. Jesús fue atacado constantemente, sin embargo, nunca tomó represalias, incluso en su camino a la cruz. Él permaneció en silencio ante sus acusadores, porque él había confiado en los cuidados de su Padre.
“Así pues, los que sufren según la voluntad de Dios, entréguense a su fiel Creador y sigan practicando el bien” (1 Pedro 4:19).
Reflexiona sobre esto:
¿Por qué es importante para ti tener la última palabra?¿Cuál es el resultado físico de confiar plenamente en Dios? ¿Cómo afecta esto tu salud?
Si tienes que hablar con tus atacantes, ¿qué crees que Dios quiere que les digas?