Cuando habla el hemisferio izquierdo

Publicado el 28 enero 2015 por Wig

El hemisferio derecho del cerebro no habla, pero no significa que no sea escuchado por el hemisferio izquierdo. Éste, después de un razonamiento y refinamiento de los pensamientos, se comunica con el habla. Es como aquello de las estructuras profundas y superficiales de lenguaje que se nos enseñaba en primera y secundaria. Una cosa son los pensamientos en bruto y otra, el resultado de manufacturarlo para la comunicación. La cuestión básica de todo esto es que se supone que el hemisferio izquierdo es cuerdo, por así decirlo, y más dado a la razón, pero esa razón no tiene nada que ver con la lógica. El hemisferio izquierdo busca razones para justificar sus pensamientos internos en bruto antes de expresarlos, pero esas razones no están buscadas en base a un razonamiento lógico, sino que simplemente tienen que ser respuesta aceptables para el cerebro, independientemente de que sean coherentes y sensatas. Y aquí comienzan los "peros" Siempre hay "peros", en vez de manzanas que caen en la cabeza y de ellas se desprenden grandes descubrimientos matemáticos y universales. El cerebro acepta casi cualquier cosa con tal de gastar energía, se deja engañar con facilidad, y no se hace preguntas muy profundas porque esa no es su función principal. También hay que estimar el grado de razonamiento de cada individuo, puesto que no todos tenemos las mismas capacidades de inteligencias (hay muchas inteligencias como hemos visto). Así que todo se vuelve un intrincado laberinto del que no se puede salir. Sencillamente se deambula por él. El hemisferio izquierdo es un vigilante que no deja que nuestros pensamientos internos nos perjudique en demasía. A pesar de ello, no son pocas las veces que el hemisferio derecho aflora sobre el izquierdo para ayudar y esclarecer comportamientos que apriori nos parecen incomprensibles. Hablamos de intuición, premoniciones, experiencia, empatía, algo así como sabiduría, etc, etc. Ojalá las cosas fueran tan sencillas como parecen. Pero, ya saben, las apariencias engañan.