Cuando la bandera de Aragón ondeó 80 años en Atenas

Por Carlosalbalate @Carlos_Albalate

¿Aragón? ¿Atenas? ¿Qué dices? Parecen dos palabras que no tienen una conexión directa, pero tienen un punto de encuentro en la Historia: Los Almogávares.
  Para entrar en el tema vamos a ver quiénes eran los Almogávares rápidamente, pues dan para escribir bastante. Los almogávares eran soldados, guerreros fieros de origen sarraceno, aunque este tipo de unidad sería adoptada en el lado cristiano de la Península por el Reino de Aragón. Aparecieron en las fuentes a inicios del siglo XII.
El conflicto desarrollado en la Península entre los reinos cristianos y los musulmanes había dejado a los pastores cristianos próximos a los Pirineos sin valles que usar en invierno, por lo que la situación les obligó a organizarse en bandas que saquearan mediante asaltos fugaces de apenas unos días de duración (razzias o algaradas) en territorio enemigo, y así obtener los bienes para su subsistencia. De ruda dureza impuesta por su experiencia pastora en la montaña, parece que adquirieron con el paso de las generaciones una actitud guerrera, abandonando su pasado pastoril y creciendo en número conforme la frontera descendía, aumentando así en número. 

Eran tropas de infantería ligera que portaban un par de lanzas cortas o azconas, un cuchillo largo (coltell) y un pequeño escudo circular. Portaban una piedra para hacer fuego que golpeaban contra su cuchillo antes de entrar en combate, generando así chispas al grito de “Desperta Ferro! Matem, Matem” para generar temor en el enemigo. Para formar parte de la unidad se exigía gran resistencia física, y tanta fue su efectividad que incluso Castilla pagó a estos mercenarios. Serían considerados como una unidad de éliteen su tiempo, contradiciendo así la superioridad de la caballería sirviéndose de sus ventajas. 
La Corona de Aragón obtuvo cuantiosos éxitos militares en los que estas tropas destacaron, tanto que no dudó de hacer uso de ellos en otros lugares como Sicilia, la península itálica y en el Imperio Bizantino, siendo en este último punto donde comienza la aventura que trata el artículo. Los almogávares eran repudiados en Sicilia, donde campaban ya pasada la necesidad de requerirlos para el combate desde 1302, por lo que bajo el mando del ex templario Roger de Flor conformaron la Gran Compañía Catalana o Gran Compañía Almogávar. En dicho momento, el emperador bizantino Andrónico II Paleólogo necesitaba urgentemente de tropas para frenar el avance turco, por lo que contactó con Roger de Flor al cual otorgó un matrimonio y el título de Mega Dux, partiendo así desde Sicilia 2.500 almogávares junto al ex templario. A su llegada no tardarían en hacer gala de su fiereza en combate: hacen un total de 13.000 bajas en las filas turcas.
Los éxitos contra los turcos continuaron, contándose por victorias las batallas y obligando a los turcos a retroceder en su avance como en la Batalla de Kibistra, donde humillaron en inferioridad a los turcos al grito de ¡Aragón! ¡Aragón!. Tras la victoria decidieron establecerse para pasar el invierno, momento en el que el emperador nombró césar a Roger de Flor, generando esto tensiones en palacio y recelo en el hijo del emperador, Miguel, que invitó al antiguo templario a una celebración antes de comenzar los preparativos para regresar a la campaña turca. Era el año 1305, y la noche del 4 de abril Roger y su guardia era asesinada tras la fiesta por mercenarios contratados por Miguel. Se produce entonces la Venganza Catalana, alzándose la Compañía Almogávar contra el poder bizantino, enviando el emperador un ejército contra ellos que no tuvo éxito alguno en la batalla de Apros: los almogávares mataron 26.000 bizantinos. Ahora ellos mismos debían decidir qué hacer y hacia dónde ir.  
Formaron un consejo de gobierno, pues diversas naciones querían hacerse con su control generando inestabilidad entre ellos hasta que se alzó como líder Bernardo de Rocafort, que moriría en Sicilia, por lo que tomó el mando Roger Desllor y ofreció los servicios de la Compañía a Walter V, duque de Atenas (claro y evidente que a cambio de una remuneración). Este aceptó sin demora, pues necesitaba de alguien que expulsara a los diversos enemigos griegos que tenía y así hicieron los Almogávares. Dicho y hecho.

El Duque ateniense (que era de origen franco) parece que no era muy gustoso de pagar aquellos servicios que contrataba, y cuando la Compañía exigió el pago acordado este se negó, desatando la ira de los almogávares que le declararon la guerra. Era el año 1311, cuando se produjo la batalla del Río Cefís entre ambos contingentes, en la cual los almogávares demostraron lo que mejor sabían hacer: alzarse con la victoria.
Tan contundente fue, que mataron al propio Walter V, pues los Almogávares usaron su astucia: ¡Inundaron el campo de batalla! El barro frenó la carga de caballería pesada del duque, que quedó enfangada y esto sería aprovechado por los almogávares que se encontraban en inferioridad numérica, que hicieron una masacre al arrojarse sobre los caballeros e infantes llenos de pánico. 
Tras su victoria se cobrarían la deuda: en poco tiempo se apoderaron del Ducado de Atenas, ampliándolo hacia Tebas y Tesalia (Ducado de Neopatria). Se erigieron como señores feudales en nombre de la Corona de Aragón, llegando el propio Papa a exigirles que devolvieran los territorios, negándose a ello por lo que serían excomulgados en 1318. En 1331 Francia envió un ejército para intentar recuperarlo, pero sería de nuevo derrotado, y hasta 1391, ochenta años después no dejaría de ondear la bandera de Aragón en la Acrópolis de Atenas.
La Compañía sufriría una derrota para entonces contra un ejército al servicio de una familia florentina, llamado la Compañía Navarra o Blanca(amargo karma), lo que supuso su fin y sus descendientes en Atenas perderían el legado almogávar, pues las siguientes generaciones se mezclaron entre la población perdiendo la identidad y recuerdo aragonés.
Una gran historia que pocas veces se ha recordado, aunque en la zona turca parece que no fue así, llegando a prohibirse la entrada de cualquier aragonés en sus dominios por miedo a que se repitieran de nuevo las humillaciones ante los Almogávares.
Carlos Albalate Sánchez