Cuando "La Nueve" entró en París

Por Ricardofernandez
  Imagen: Soldados españoles a bordo del semioruga "Guadalajara", estacionado ante el Ayuntamiento de París a las 21:20 horas del 24 de agosto de 1944
El próximo domingo tendrán lugar en París una serie de eventos que pretenden conmemorar el 70 aniversario de la liberación de la ciudad del ocupante nazi. En esta ocasión se da la circunstancia de que habrá un especial recuerdo para aquellos hombres que integraron una Columna de las que componían la Segunda División Blindada, comandada por el general Leclerc. Me refiero a "La Nueve", formada en su mayor parte por socialistas, anarquistas y comunistas españoles, combatientes republicanos en la Guerra Civil. Durante muchos años, la mal entendida y mal concebida "grandeur" francesa se esforzó en restar importancia cuando no ocultar la presencia de españoles en semejante acontecimiento histórico. Aquellos hombres habían tenido que abandonar su patria, derrotados, y habían decidido continuar un combate librado siempre contra el mismo enemigo y en otra tierra distinta de la suya. Seguramente muchos de ellos albergaron la esperanza de volver a su casa, pero sin duda alguna todos tuvieron que enfrentarse a un deliberado olvido construido por una Francia que necesitaba reponerse sin contemplaciones de la tremenda humillación sufrida en junio de 1940.
En las cercanías del Ayuntamiento de París, una pequeña placa recuerda desde no hace muchos años a los republicanos españoles que recuperaron la capital. En aquel tiempo Anne Hidalgo era lo que aquí conocemos como teniente alcalde. En la actualidad, ya alcaldesa desde que se celebraran las últimas elecciones municipales, se percibe nuevamente su mano en la reconstrucción del recorrido que hizo "La Nueve" el día 24 de agosto de 1944. El acto arrancará a las 14:00 horas de la Plaza Hélène Boucher, Puerta de Italia, y contará con la participación entre tanta ciudadanía de bien de Daniel Keller, Gran Maestro del Gran Oriente de Francia.
Como digo, lo que ahora se recuerda sucedió hace 70 años. Las tropas aliadas habían desembarcado en Normandía el día 6 de junio de 1944 iniciando un lento pero inexorable avance. El 24 de agosto se hallaban a las puertas de París y para el componente francés de aquel ejército la entrada en la ciudad constituía todo un símbolo, tanto desde el punto de vista militar como político. Con los aliados tan cerca, la resistencia interior organizó una sublevación en la ciudad con el objetivo de precipitar los acontecimientos. Curiosamente, una de las cabezas que diseña esa "guerra urbana", el coronel Rol Tanguy, lanza la consigna "Tous aux barricades" inspirándose en la reacción de la población civil de Barcelona, en julio de 1936. Se trata de llenar París de barricadas que impidan la circulación de las fuerzas alemanas y que las mantengan localizadas en los puntos neurálgicos que ocupan en la ciudad: El hotel Meurice donde está el gobernador Dietrich Von Choltitz y su estado mayor, el Palacio de Luxemburgo, la Asamblea Nacional, Los Inválidos y la Escuela Militar en el Campo de Marte, a los pies de la Torre Eiffel. La Marsellesa, prohibida hasta entonces, comienza a sonar en la emisora de radio clandestina a modo de señal, y hay quien ya se atreve a abrir las ventanas para que pueda escucharse bien. Tienen lugar al mismo tiempo los primeros actos simbólicos: Una reunión de los resistentes en el Hôtel de Matignon, sede histórica de la residencia del Primer Ministro de la República, y retirada sistemática de los retratos del mariscal Pétain en las dependencias oficiales a las que se comienza a acceder.
Fuera de la ciudad, la Segunda División Blindada de Leclerc comienza a moverse desde Rambouillet. Una pequeña columna se dirige hacia Versalles para despistar a los alemanes. El resto de las fuerzas, dirigidas por el coronel Billotte ocupan Arpajon y Longjumeau, localidades al sur de la capital francesa. Es en este grupo en el que se encuadra el Batallón del Segundo Regimiento de Marcha del Chad, del Comandante Putz, un militar experimentado que formó parte de las Brigadas Internacionales y que combatió en España, y al que se halla adscrita la célebre "Nueve", la Novena Compañía al mando del carismático capitán Raymond Dronne.
A mediodía de aquel 24 de agosto, los hombres de Putz llegan a Antony, muy cerca de lo que entonces era el aeródromo de Orly y hoy punto de referencia para orientarse a la hora de coger los trenes lanzadera y de cercanías por quienes llegan y salen de París por su aeropuerto del sur.
Los franceses, encuadrados a su vez en el grueso de la fuerza aliada, tienen prisa por entrar en la ciudad. Leclerc actúa en este punto coordinado con el general De Gaulle, pero al margen del parecer de los mandos americanos, que no ven esta precipitación con muy buenos ojos. La impaciencia hace mella y, para complicar las cosas, se encuentran con mayor resistencia de la esperada, viviendo esas horas con la incertidumbre que provoca el no saber si los alemanes dispondrán de refuerzos que socorran a las tropas dispuestas para defender París. A pesar de todo Leclerc actúa con decisión. Ordena que un avión sobrevuele la ciudad para enviar un mensaje a quienes en el interior ya han comenzado a mobilizarse: "¡Aguantad, estamos llegando!".
En el fragor de los primeros combates, La Nueve consigue rebasar la localidad de Fresnes tras vencer la fuerte resistencia que los alemanes ofrecen protegidos por los muros de la prisión que allí hay. Llegan a La Croix de Berny, desde donde ven la Torre Eiffel por primera vez. Alcanzado este objetivo, las órdenes del capitán Dronne son reagruparse en la carretera de Orleans, pero el encuentro que tiene lugar entre el capitán y el general Leclerc cambia el curso de los acontecimientos:
-¿Qué hace aquí, Dronne? ¡Lárguese a París! ¡Al centro de París!
Las órdenes eran símplemente "llegar". Llegar para que los que estaban dentro supieran que el resto de la división llegaría al día siguiente.
"La Nueve" avanzó evitando las calles principales, comenzando su marcha a las siete y media de la tarde del día 24 de agosto. Varios semiorugas con nombres españoles recorren los suburbios parisinos: Madrid, Guadalajara y Bruente. En el último momento la compañía se ve reforzada por una sección de ingenieros y tres carros de combate Sherman del 501 Regimiento de Carros de Combate, gaullistas, bautizados con los nombres de Montmirail, Romilly y Champaubert, escenarios de batallas napoleónicas libradas en suelo francés durante la campaña de 1814. Dronne iba en su jeep "Mort aux cons!".
A la cabeza, el Guadalajara. Lo va guiando un habitante de la zona que va montado sobre una moto desvencijada. Evitan cuidadosamente los controles alemanes y llegan así a la Puerta de Italia. En este punto se incorpora un nuevo guía, un armenio que también se desplaza sobre una moto y al que Dronne le pide que lo lleve hasta lo que él identifica como el corazón de la ciudad: El ayuntamiento. Así, desde la acceso a la capital ubicado más al sur, maniobrando siempre por calles secundarias, la columna se va desplazando hacia el norte hasta llegar al Puente de Austerlitz, por donde cruzan el Sena. Doblan a la izquierda y, siguiendo el curso del río, a las nueve y veinte el Guadalajara irrumpe estruendosamente en la explanada existente frente al ayuntamiento de París, y tras él el resto de los vehículos. El Guadalajara "aparca" a la puerta y Dronne entra en el Ayuntamiento acompañado por un español, Amado Granell. Los dos son recibidos por varios líderes de la resistencia local encabezados por Georges Bidault. El momento es recogido por la prensa francesa aunque omitiendo la presencia de Granell, que, aunque aparece junto a Bidault en la fotografía de la portada, es identificado como un soldado americano por el diario Libération.
En el exterior del edificio la multitud no puede contener el júbilo. El tañir de las campanas de la iglesia se va contagiando de campanario en campanario, hasta llegar a "le Bourdon", la campana mayor de la Catedral de Notre Dame. Cuenta Antony Beevor, autor de la investigación que ha alumbrado tanto este relato como su libro, "El día D", que la gente comenzó a gritar "Ils sont là" (¡Ya están aquí!).
El gobernador alemán de la capital, el general Dietrich Von Choltitz, y su estado mayor, cenaban en ese momento en el hotel Meurice, en la rue Rivoli. Al escuchar el tañir de la campana de Notre Dame comprendieron de inmediato lo que acababa de suceder y se limitaron a adoptar alguna medida defensiva que luego se revelaría más bien testimonial.
 Raymond Dronne ante el Ayuntamiento de París el 24 de agosto de 1944 © Memorial Leclerc, Museo Jean Moulin
Amaneció el día 25 de agosto. El resto de la Segunda División Blindada penetra en la ciudad atravesando las Puertas de Orleans y de Italia, y con ella el general Leclerc, que instala su puesto de mando en la estación de trenes de Montparnasse. A medida que las fuerzas liberadoras van entrando, comienzan su despliegue y toma de posiciones. Los puntos de resistencia que van encontrando son neutralizados. Acceden a los Jardines de Luxemburgo, a la Asamblea Nacional... Se llega a abrir fuego desde el Arco del Triunfo sobre varios Panther que defienden la Plaza de la Concordia. Los alemanes comienzan a abandonar las armas. Los que resisten en el hotel Majestic, en la avenida Kléber, se rinden ante una multitud que presencia atónita un acontecimiento histórico. Son las once de la mañana y coronel Billette envía un ultimatum a Von Choltitz. Éste responde que no puede rendirse sin luchar y permanece con su estado mayor dentro del hotel Meurice, donde comen por última vez a las doce y media, lejos de los ventanales para evitar ser alcanzados por el tiroteo incesante que escuchan procedente del exterior. En ese mismo momento Leclerc está abandonando los andenes de la estación de Montparnasse para encaminarse hacia el escenario en el que ha pensado que tiene que producirse la capitulación alemana: La Prefectura de Policía.
Las tropas francesas avanzan por los soportales de la rue Rivoli hasta llegar a las puertas del hotel Meurice. Entran y un oficial, Henri Kracher, sube por las escaleras a toda velocidad hasta localizar el despacho de Choltitz. Le acompaña el comandante De La Horie, hombre de confianza del coronel Billette. El oficial alemán no opone resistencia y se entrega a sus captores. Éstos lo sacan por la puerta trasera del hotel que da a la rue Mont Thabor y lo llevan a la Prefectura. Es en la sala de billar donde se produce la firma de la rendición. Están presentes el general Barton, de la 4ª División de Infantería americana, Chaban-Delmas, que representa a la resistencia gaullista, el coronel Billette y el propio general Leclerc. En la sala contigua aguarda el coronel Rol-Tanguy, que reclamaba que una representación de las F.F.I. (Fuerzas Francesas del Interior) participara en el acto. Convencido Leclerc, Rol-Tanguy se incorporó al grupo de testigos y protagonistas del final de la ocupación de la Ciudad de las Luces. París era ya una ciudad libre.

 Los generales De Gaulle y Leclerc en la Estación de Montparnasse el 26 de agosto de 1944 Et si omnes, ego non.