Como es lógico, sólo las afirmaciones sobre el mundo material pueden refutarse con el método empírico. Muchas doctrinas religiosas, por su propia naturaleza, no pueden contrastarse mediante la evidencia de nuestros sentidos, y por lo tanto no se ajustan de forma nítida a la categoría de contraconocimiento, por ridículas que sean. La ciencia no puede decirnos si Dios existe o si de verdad se produce la reencarnación. La religión entra en el dominio del contraconocimiento sólo cuando hace afirmaciones empíricamente incorrectas, algo que ciertas religiones, como el cristianismo y el islam fundamentalistas, hacen con una frecuencia alarmante. Los creacionistas, por ejemplo, dedican la mayor parte de su tiempo a negar el ingente número de observaciones científicas que indican que toda la vida evolucionó por procesos naturales de mutación y selección. Pero cuando ellos mismos hacen una afirmación contrastable, por ejemplo, que se produjo un diluvio universal hace cuatro mil años, puede demostrarse que es totalmente falsa».
Los nuevos charlatanes (2008)
[Extracto del libro escrito por Damian Thompson]
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