Cuando la Tierra tiembla

Por Agora

Para Lorca, en el eclipse del sol.

Para mis amigos de Lorca,

con quienes tanto me une.

Cuando la tierra tiembla

y los pájaros callan,

una tristeza sorda

se instala en la tarde.

La luz se desmorona

y el aire se comprime

con sonoro silencio

de llanto contenido.

Embriaguez de roturas

y columnas del mundo,

en la tarde aquietada

entre el dolor emergen.

En el cantil del aire

oscilan las palabras

terribles, los susurros

ahogados, sin voz.

Demorado un eco

entre acantilados

destiñen las campanas

sobre el cielo monótono.

La cicatriz, la herida,

de una sangre alejada,

como la luz sin forma

que habita la negrura.

Pero vendrán las manos,

vendrán, vendrán las manos,

juntas, unas con otras,

en vendimia de amor.

Heraldos de palomas,

manos junto a las manos,

brazos junto a los brazos,

en vendimia de amor.

Porque es la luz que llega

a construir de nuevo

entre un clamor de voces,

vendrán, vendrán las manos.

Porque la luz, la luz

—núbil, rotunda, clara—,

no puede ser vencida

ni eclipsado el sol.

Jesús Cánovas Martínez