Cuando la tripa postparto no se va

Por Una Mamá (contra) Corriente @Mama_c_corrient

A estas alturas, 32 meses después del nacimiento de Bebé, creo que ya es hora de asumirlo: ¡tengo tripa!

Durante muuuuuuucho tiempo he estado esperando pacientemente a que la lactancia, el desgaste del día a día, todo el estrés que llevo encima e incluso que el mero paso del tiempo hicieran su trabajo y me quitaran el tripón del medio. Pero lejos de ser así, es bastante posible que tenga ahora más tripa que la tenía hace unos meses, así que me toca asumir que esta tripa está aquí con intención de quedarse.

En el fondo lo supe desde el primer día. Nada más nacer Bebé me hinché mucho, las piernas se me pusieron como patas de elefante y no parecía en absoluto que el niño hubiera salido ya de mi tripa. De hecho, aunque ya no soy capaz de recordar durante cuánto tiempo, sé que fueron varias las semanas en la que parecía que seguía embarazada, quizá no ya en fase a punto de reventar pero si de 6-7 meses.

La bajada de volumen en estos meses ha sido muy lenta. La nebulosa de la falta de sueño me impide recordar a qué ritmo pero tengo claro que en ningún momento he dejado de tener tripa.

¿La lactancia no me ha ayudado entonces? Tengo la sospecha de que sí, pero no tanto como hubiera podido esperar. Tras tener a Bebé realmente he adelgazado porque incluso he sido capaz de volver a usar pantalones que no usaba desde antes de tener hijos y creo que cualquiera que me conozca puede apreciar que tengo las piernas y los brazos más delgados. El problema es que la tripa no ha vuelto al punto de partida y en cuanto Bebé ha empezado a mamar menos cantidad y menos veces al día se ha puesto a crecer como una loca. Al no tener el gasto calórico de la lactancia pero seguir manteniendo los mismos hábitos, todo el “exceso” se está acumulando ahí.

¿Por qué en la tripa? ¡Por queeeeeé! Podía haber sido el culo, los muslos. Pero no, tenía que ser en la tripa.

Sin duda tres cesáreas tienen algo que ver. Necesariamente tienen que ver porque tras cada una de ellas he ido quedando cada vez peor.

Pero también creo que hay un factor clave: la edad. Ya no tengo los 27 casi recién cumplidos que tenía cuando nació Mayor, ni los 29 que tenía con Bebé. Acabo de cumplir 32, me han brotado dos canas y me está saliendo tripa. En fin, que si sumamos todo, creo que encaja.

La cuestión es si se puede hacer algo. Me entristece tener tripa después de que durante toda mi vida ha sido la parte de mi cuerpo que mejor tenía, ¡me encantaba mi tripa! Además, cuando engordas y se te reparte puede llegar a quedar hasta bien pero la tripa es tan tan tan antiestética. No se puede disimular con nada y te hace parecer amorfa sin estarlo.

Pero, para ser sinceros, tampoco siento la motivación suficiente como para hacer el sacrificio que conlleva perder volumen en esa zona tan complicada. Sé que podría comer mejor, podría hacer ejercicio (de 3 a 4 de la mañana, que es cuando tengo hueco ¡je!) y podría quitarme de alguna cosa para destinar una partida a cremas y tratamientos. Pero no me veo, para qué negarlo.

Con la situación de cansancio y estrés que tengo ahora mismo, comer mejor no entra dentro de mis planes. Claro que como con ansiedad, a toda velocidad, casi sin masticar y cosas poco dietéticas, pero ahora mismo no me veo capaz de pasar hambre psicológica. ¡Lo que me faltaba!

Así que lo único que creo que sí puedo hacer es empezar con los famosos ejercicios hipopresivos de los que habla tantísima gente. Esta misma tarde he hecho mi primera tanda gracias a unos vídeos que he estado estudiando en YouTube.

No sé si esto será el típico propósito de Año Nuevo que nunca llega a la primavera pero, aunque no pierda la tripa del todo, tampoco quisiera dejarme ir. No me obsesiona la figura, no es algo que me esté quitando el sueño y de hecho me gusta el aspecto de mujer que mi cuerpo ha ido adquiriendo con la maternidad y la lactancia pero tampoco quiero terminar renegando de cuerpo escombro cada vez que me ducho. Sé que si no pongo ahora de mi parte dentro de poco se me habrá ido de las manos.

Difícil equilibrio, ¿verdad? Si estáis en un caso similar y os apetece compartir conmigo y con otras mamás consejillos para bajar volumen de cintura os estaría/mos súper agradecida/s.

Foto | El Economista.es