Durante sus primeros años de reinado Anuvong fue el vasallo perfecto y no hubo nada en su conducta que pudiera despertar las sospechas de Siam. Tanto era así que, cuando el rey de Champassak murió en 1820, Bangkok permitió que le sucediera Nyo, uno de los hijos de Anuvong.
Es probable que desde el inicio Anuvong hubiera tenido en la cabeza restaurar la gloria Viang Chan y que sólo estuviera aguardando su oportunidad. Entre 1806 y 1821 envió varias misiones con tributo a Vietnam. Uno puede sospechar que Anuvong estaba intentando buscar un contrapeso a la influencia siamesa. Más todavía, tal vez estuviera preparando el terreno para que Vietnam se sintiera interesado por Laos, en caso de un futuro conflicto entre éste y Siam. Si esto es así, lo extraño es que Anuvong dejara de enviar misiones en 1821, cuando murió el emperador vietnamita Gia Long.
Cuando su hijo asumió el poder en Champassak lo primero que hizo fue elevar los impuestos y mejorar las defensas de la capital. También por esas fechas Anuvong inició un acercamiento al rey Manthaturat de Luang Prabang. Para mí resulta claro que quería restaurar un estado laosiano unido. No creo que se le ocultara que si llevaba muy lejos su proyecto, acabaría chocando con Siam.
Martin Stuart-Fox, uno de los principales historiadores sobre Laos, ni afirma ni niega que Anuvong tuviera planes de grandeza a largo plazo y que estuviera preparándose para un conflicto con Siam. Sea lo que tuviere en la cabeza, una serie de acontecimientos le condujeron al conflicto abierto con Bangkok tras la entronización de Rama III en 1825.
A diferencia de lo que había ocurrido con sus predecesores, Anuvong no tenía una relación personal con Rama III. En 1825 acudió junto con el rey Manthaturat a los funerales por Rama II. Manthaturat se ganó las gracias del nuevo rey y recibió un trato de favor, lo que debió de molestar bastante a Anuvong, que se veía como el líder de Laos. Poco después, Rama III ordenó una serie de trabajos de infraestructuras que requirieron que los laosianos instalados en la región de Khorat fueran tatuados (era una tradición siamesa para el mejor control de los súbditos sometidos a obligaciones estatales) y utilizados como obreros para trabajar en los proyectos del rey. Uno de los supervisores de los trabajos reales era Ngau, uno de los hijos de Anuvong. Al parecer no fue demasiado diligente y la calidad de su trabajo dejó bastante que desear. Su supervisor siamés le golpeó e insultó. La gota que colmó el vaso fue cuando Anuvong pidió que se permitiera regresar a Viang Chan a los laosianos que se habían llevado a Bangkok y que incluía a familiares suyos, artesanos de la corte, bailarinas reales, etc. Los siameses respondieron que se podía llevar a una cantante y que se diese con un canto en los dientes. Todo esto mostró a Anuvong que no era el importantísimo vasallo, casi el igual, de los reyes siameses, sino uno más al que se podía ningunear.
Anuvong comenzó a preparar su revancha. Su primer error fue geopolítico: hizo un análisis de la situación equivocado. Tomó el incremento de la influencia vietnamita en Camboya en detrimento de la influencia siamesa como un indicio de que Siam estaba en declive. También creyó que las negociaciones entre británicos y siameses podrían terminar en conflicto como había ocurrido en 1824 entre los británicos y los birmanos. Finalmente, no tuvo en cuenta que, postrada por su reciente derrota ante los británicos, Birmania no estaría en disposición de abrir un segundo frente contra Siam. Asimismo la rebelión en Khorat de algunos de los laosianos forzados a trabajar le hizo creer que la situación interna de Siam era más inestable de lo que realmente era. Un segundo error fue de cálculo: no midió bien sus fuerzas. Siam tenía cinco millones de habitantes, aunque una proporción importante de ellos no fueran de etnia siamesa; Viang Chan sólo tenía 150.000. Por otra parte, Siam había adquirido en los años anteriores armamento europeo, mientras que Viang Chan iba a recurrir a las armas tradicionales. Y un tercer error fue no tener en cuenta los presagios funestos que precedieron a la campaña: hubo un terremoto y una fortísima tormenta se llevó por delante parte del Vat Phra Keo, el templo del Buda esmeralda. A nosotros podrán parecernos tonterías, pero esos dos hechos sin duda tuvieron un efecto desfavorable sobre la moral de los laosianos.
La guerra comenzó a finales de 1826. Los objetivos de Anuvong parece que eran limitados: liberar a los laosianos que se encontraban en el noreste de Siam, conquistar algunas provincias nororientales de Siam y recuperar su independencia. Los ejércitos laosianos avanzaron en cuatro columnas: una fue a liberar a los laosianos que se encontraban en Kalasin; la segunda conquistó Nakhon Ratchasima; la tercera reclutó tropas en la zona Lomsak y luego fue a liberar a los laosianos que estaban en Saraburi; la cuarta, bajo el mando de Nyo, marchó de Champassak a Ubon. Anuvong ejecutó todas estas operaciones con mucha lentitud y no adoptó medidas que hubieran sido convenientes como una política de tierra quemada. Parecería que Anuvong no hubiese anticipado que la respuesta de Rama III sería implacable.
Rama III comprendió pronto que Anuvong no tenía intenciones de atacar Bangkok, lo cual le dio tiempo para preparar su reacción. Dividió su ejército en tres divisiones. La primera la dejó en Bangkok en previsión de un ataque británico. La segunda se dirigió hacia Nakhon Ratchasima, mientras que la tercera la flanqueaba y se dirigía hacia Lomsak. Por cierto que los ejércitos atacantes contaban entre sus filas con mercenarios británicos, entrenados según las tácticas europeas más modernas.
Las líneas de defensa que Anuvong había preparado no aguantaron ante la superioridad numérica y las mejores armas de fuego de los siameses. Ahí Anuvong debió de haber lamentado amargamente no haber adoptado una política de tierra quemada. Ese error fue agravado por otros: haber sobreextendido sus tropas, menos numerosas que las siamesas, no haber sabido aprovechar al máximo las ventajas que la orografía de la región ofrecía a los defensores y no darse cuenta de que para él era más importante preservar su ejército intacto que conservar el territorio. Una política de tierra quemada y una guerra de guerrillas, evitando las batallas campales, eran las únicas vías que tenía para eludir la derrota. No tenía fuerzas suficientes para luchar contra los siameses en condiciones de igualdad, pero no lo quiso ver y combatió como si todavía viviera en el siglo XVII, cuando Laos aún contaba.
A pesar de todo el valor que derrocharon los laosianos, para mediados de mayo era evidente que la capital Viang Chan estaba condenada. Anuvong huyó con su familia por el Mekong hacia Vietnam, donde pidió refugio. Viang Chan cayó a finales de mayo y el castigo fue terrible. La ciudad fue saqueada durante cinco días y arrasada en gran parte.
Dice mucho del valor y la determinación de los laosianos que siguieron resistiéndose a los invasores a pesar de la disparidad de fuerzas. Muchos oficiales prefirieron ser torturados ante la muerte antes que romper su juramento de fidelidad a Anuvong y someterse a los nuevos amos.
Anuvong regresó unos meses después al frente de una pequeña fuerza. No está claro lo que ocurrió. Lo más probable es que Chau Noy, un príncipe al que había encarcelado años antes en Viang Chan, le traicionase y le entregase a los siameses. Fue conducido a Bangkok, donde fue exhibido como traidor y sometido a torturas, de resultas de las cuales murió.
Viang Chan regresó al vasallaje de Siam y seguramente su suerte, así como la de Luang Prabang y Champassak, habría sido similar a la de Lanna, cuya capital era el actual Chiang Mai: ir perdiendo progresivamente sus libertades hasta quedar convertido en una mera provincia de Siam. Fue sólo la intervención francesa a finales del siglo XIX, que forzó a Siam a entregar esos territorios, lo que permitió que en la segunda mitad del siglo XX volviera a haber un Laos independiente.