Cuando los ejemplos de otros te obligan a actuar ¿deporte? no, esto es otra cosa

Por Mamaconectada @mamaconectada

Por Argentina anoche se jugó el famoso Superclásico, un partido de fútbol entre Boca y River, los dos equipos más importantes del país. Acá los partidos se juegan sin público visitante para evitar la violencia (y hablamos de gente que va a ver un partido y muere en una pelea en la calle). Pero se ve que ya no es suficiente.

Decían que era el momento para ir con las familias a la cancha, que volvíamos todos, que era una fiesta. En las redes sociales pasaba lo contrario, el clima se iba calentando: Que los bosteros, que los gallina, que se mueran todos (si, lees bien QUE SE MUERAN), los vamos a matar, son lo peor, nadie sale vivo: ¿deporte? ¿amor por la camiseta, por un club en particular? No, no, no. Esto no tiene nada que ver.

Tengo hijos de Boca y de River y anoche, como en otros partidos, ambos miraban el partido en el living. Yo me fui a acostar y ver alguna de mis series favoritas. Después de una hora tuve que volver, primero entender qué pasaba, ser testigo de la falta de compromiso de las autoridades, de la falta de solidaridad de los compañeros, de un público que se sentía impune de hacer lo que querían. La barra brava, los inadaptados pusieron el ritmo a un final de encuentro.

En casa hablamos de violencia en los deportes, que está mal, que no se hace, que ellos tienen amigos hinchas de todos los clubes y que eso es lo lindo, la diversidad, la sana competencia, la libertad de elegir seguir a quien se te cante y que eso, eso no te hace merecedor de ninguno de los apodos que se colocan unos a otros.

Vi en la tribuna padres con hijos, pasándoles botellas para que le tiren a los otros jugadores. Patético. ¿Qué piensan que está aprendiendo ese chico? Le están enseñado, en clases prácticas a ser violentos. Simple y sencillo. Las autoridades tardaron más de una hora en suspender un partido que no podía seguir (a ver si me explico: le tiraron GAS PIMIENTA a los jugadores), no había duda. Lo que sí había era una clara oportunidad de mandar un mensaje: Tolerancia CERO a la violencia, Solidaridad entre todos, Reglas claras, Importan más las personas que el partido.

No se hizo nada, nada de nada. Solo se demostró que a nadie le importa, que los valores están dados vuelta y que como padres, ya te digo que tenemos MUCHO trabajo.

En casa fomentamos que los chicos hagan deportes y los alentamos a seguir a sus equipos preferidos. Creo que está bueno formar parte de espacios compartidos, de comunidades que ganan y pierden. Pero esto no es nada de eso, esto es un desastre, una forma de demostrar que gana el violento, el más fuerte. Que mientras unos están lastimados otros siguen cantando Y NO PASA NADA.

Yo vi jugadores que no podían salir de la cancha, no se animaban a pasar por al lado de gente, de personas como ellos porque tenían MIEDO. Es decir: MIEDO. Querían que les garanticen que llegaban al micro sin ser agredidos. Lo escribo y no lo creo.

Hoy me debo una charla más con los chicos, tengo que poder transmitirles que esto está mal, cortar con la violencia de base, BASTA de tanto odio por cosas ridículas, BASTA de muertes, de heridos por esta forma tan horrible que tenemos de demostrar que somos unos ¿capos?. 

Tengo trabajo por delante, mucha comunicación. Yo no quiero que mis hijos sean los que tiran botellas, insultan y golpean a los jugadores, tampoco quiero que sean los que alientan a los violentos, los que se cruzan de brazos y miran, no quiero que sean los que no pueden tomar decisiones por miedo, no quiero que sean los que están en las casas atrás de una computadora incitando a más y más violencia. Juro que no quiero.

Me pongo la camiseta del deporte, porque lo vale, y voy para adelante. Chicos, allá vamos.

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