Recuerdo haber tenido encontronazos con mis progenitores que me han llevado, en un arrebato de soberbia, a hacer la maleta para largarme. Pero portar la maleta hacia ningún destino y sin dinero ni para un bocadillo me hacía recapacitar y volver a casa a encerrarme en mi cuarto hasta que se pasase el disgusto. También he tenido hijos que se han escapado varios días a casa de un familiar que los acoge y comprende sólo temporalmente, hasta que se convencen –hijos y familiar- de que lo mejor es regresar y hacer las paces. En estos casos, la preocupación de los padres es mayúscula, hasta el punto de cuestionarse la dureza de su actitud o el acierto de su decisión. Un alivio mal disimulado les relaja la expresión cuando el escapado retorna al seno familiar o da a conocer su paradero, cercano y sin daños. La normalidad se recupera entonces con relativa facilidad gracias a una mutua disposición a la comprensión y la tolerancia en las relaciones familiares.
En España se producen de 10.000 a 14.000 denuncias al año por desaparición de personas, de las que 1.270 siguen en búsqueda activa para dar con su paradero. Los medios no se hacen eco de todos estos casos ni les dedican una atención mediática que ocupa portadas periodísticas o tiempo sin límite en los espacios televisivos. Sólo una minoría de ellos, como el de la joven de Galicia, son mantenidos en continua actualidad por los medios de comunicación con un exceso de información que no tiene justificación. La discreción y la diligencia periodística acaban orillados por la búsqueda de una audiencia que, con su curiosidad convenientemente estimulada a diario, engorda la cuenta de resultados o la publicidad de estos medios que se comportan como prensa del cotilleo en vez de ofrecer información. No evitan el dolor de unos padres al ver su tragedia y su intimidad exhibidas sin reparo ni persiguen el derecho de la población a formarse una opinión de lo que pueda afectarle cuando de ello se obtienen rendimientos mercantiles. Y, aunque siempre ha existido prensa amarilla, lo grave ahora es que hasta medios de supuesta seriedad y solvencia no dudan en tratar espectacularmente estos acontecimientos noticiosos.