Beatriz Quintana Jato
Catedrática de Literatura. Escritora. Conferenciante.
Durante el pasado curso tuve ocasión de comprobar con perplejidad que las quejas de mis compañeros eran ciertas. Me explicaré: Soy licenciada en Filología, Doctora en Lengua Española, y profesora de Instituto, pero de cuando en los institutos sólo se cursaban Enseñanzas Medias y no se daba la paradoja de que allí conviviesen, en la misma aula muchas veces, niños de 12 años con chavales de 16.
Así estaban las cosas, hasta que por razones ineludibles me vi lanzada a los tiburones, perdón, quiero decir a esa selva de gritos y falta de respeto que es 2º de la ESO. Ya el primer día pude constatar con estupor que yo hablaba y nadie me escuchaba. Por supuesto, cuando intentaba dar clase, entonces estallaba algo así como una explosión nuclear que me lo impedía… Imposible echar mano de mi autoridad, no, por Dios, eso traumatiza a los alumnos…Ya alguno me lo advirtió cuando le cogí del jersey para que se sentara: “No me agarres, que se lo digo a mi padre y se te cae el pelo…”
Es fácil comprender que me invadieran el desánimo, el cansancio y el deseo de huir, al constatar que es imposible que las cosas cambien dada la actitud de muchos padres, muchos por desgracia aunque es justo reconocer que existen excepciones honrosas y admirables. Pero es más fácil ser “el papi guay”, que siempre da la razón a su hijo aunque no la tenga y ni se molesta muchas veces en investigar cómo es realmente su retoño…
¿Es que acaso cuando llevamos nuestro coche al taller indicamos cómo debe arreglarse? ¿O cuando nos ponemos en manos de un cirujano, le decimos cómo tiene que actuar? Pues en nuestro caso, todo el mundo parece saber más que nosotros de educación. Mi indignación hoy es doblemente grande, al llegarme la noticia de que uno de esos padres, cargado de prepotencia, ha arremetido contra uno de mis compañeros, primero porque “no tenía idea de motivar” a su hijo (de Bachillerato, por cierto), y luego exigiendo un cambio de nota en la calificación final. Cito textualmente sus palabras: "La corrección de los exámenes de la 3ª evalución no ha sido correcta"... ¿Pero quién es él para afirmar tal cosa? ¿Puede cualquier padre ejercer de catedrático? Pido un poco de respeto y de seriedad a muchos padres. Y lo más triste es que estos alumnos no son peores que los de hace años, sino el resultado de un entorno en que priman la falta de alicientes auténticos, y un exceso de sobreprotección y complacencia con que sus padres creen erróneamente que los ayudan.
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Ha escrito algunos libros de investigación sobre literatura:
- Sinesio Delgado y el Madrid del 98.
- Lorca, un siglo después (publicado en el 2000, con la originalidad de presentar el cómic en algunas de sus páginas).
- Victoriano Crémer, poeta del hombre (2004).
Cuaderno de Beatriz en Curiosón