Yo me enojé mucho, la cara se me puso roja, empecé a patalear y con la frente arrugada me puse a gritar:
- ¡Comprámelo mamá , lo quiero ahora!
Mi mamá se me acercó intentando explicarme algo, pero yo crucé los brazos y me fui a un rincón de la tienda con la cara muy fea y arrugada.
Pero aún así mi mamá se me acercó sin perder la calma y con mucha ternura me explicó:
_ Sé que te sientes frustrado porque no te puedo comprar el juguete deseado, pero no por eso debes enfadarte y gritar para expresar lo que sientes.
Luego de haberme dicho esto mi mamá me dio un abrazo y negociamos una solución para comprar el juguete.
Me habló del valor del ahorro y me compró una hucha con forma de cerdito para que aprendiera a ahorrar.
Lo cierto es que al final pude ahorrarme el dinero y comprarme el juguete que tanto me gustaba. Gracias a que mi mamá me enseñó a dominar mis emociones y a tener paciencia.
Autora: María Abreu
Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; Y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad. (Proverbios 16: 32)