Cuando mi princesa cogió un secador

Por Sandra @sandraferrerv
Lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado, domingo. Mañana, tarde, noche. Un día tras otro, parece que son iguales, pero esos pequeños paquetillos van avanzando a pasos agigantados en la carrera del crecimiento. 

Primero te das cuenta de lo que pesan. "Cariño, me parece que mamá ya no puede llevarte en brazos". Otro día preguntas dónde está y te percatas de que ha ido sólo al baño y los pañales te parecen un objeto de un pasado más que remoto. Hace poco, secando el pelo a mi hija me agarró con decisión el secador. "Ya lo hago yo, mama", y se puso a acicalarse cual adolescente a punto de salir con sus amigas. No llega a verse en el espejo y con esos brazos regordetes, aún bajo la esencia de su cuerpecito de bebé, los golpetazos que se daba en el cogote no eran una excepción. 

Pero mi pequeña princesa se secó el pelo, "ella solita" con gracia y esmero. Y es entonces, en momentos absurdos como estos de la rutina diaria repetida uno y otro día desde hace muchos años, cuando ves como el reloj pasa y no es una frase hecha. Es un hecho de verdad.