Richard Nixon estaba tan obsesionado con su reelección en 1972 que mandó mercenarios a espiar a la oposición. El conocido escándalo Watergate le costaría el cargo al presidente estadounidense, pero menos gente sabe que esa angustia preelectoral también le había llevado meses antes a escribirle una carta al arzobispo católico de Nueva York. Nixon, protestante como la gran mayoría de los republicanos, no buscaba consejo espiritual, sino mandar un mensaje político.
En su carta, el presidente felicitaba al cardenal por su campaña para proteger “el derecho a la vida de cientos de miles de no nacidos”. La frase llamó la atención porque el Partido Republicano no tenía una postura sobre el aborto. De hecho, la legislación la había aprobado el gobernador republicano de Nueva York. En 1972, un año antes de que la Corte Suprema permitiera el aborto en todo el país, los católicos eran la oposición más poderosa a esa medida. Por difícil que parezca hoy, el aborto estaba poco politizado: las opiniones de ambos partidos eran casi idénticas. Fue entonces cuando Nixon empezó a abrir la gran brecha que definiría la política estadounidense durante el siguiente medio siglo.
A la caza del voto c...
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