X-MEN: APOCALIPSIS
data: http://www.imdb.com/title/tt3385516
Incialmente, las películas de superhéroes oponían al protagonista ante un gran villano al que había que vencer después de muchas pruebas, casi siempre en el último momento y milagrosamente. El esquema presentaba sus fatigas cuando, con cada nueva historia, había que escalar los riesgos, las amenazas, las virtudes del villano. En algún momento, esa dinámica encontraría su límite y llegaríamos al punto de cansarnos de ver películas de superhéroes.
¿Qué pasó para que no cayera ese interés? Pasó Marvel. Porque los héroes de Marvel estaban construidos con tal ambigüedad en su personalidad que en la lucha no tenía tanto valor los poderes del villano de turno, sino el drama personal que el superhéroe tenía que enfrentar. En la última saga de los Vengadores, “Capitán América 3: Civil War” (http://libretachatarra.blogspot.com.ar/2016/05/quien-vigila-los-vigiladores.html) queda más que claro esta tendencia, cuando los que se enfrentan ya no son los buenos contra los malos, sino los buenos entre sí. (Algo como para dudar de si efectivamente existe algo así como los buenos.) Batman vs. Superman: el origen de la justicia” (http://libretachatarra.blogspot.com.ar/2016/03/del-dios-todopoderoso-al-terrenal-mundo.html), aún con sus fallidos, intento ir por el mismo camino.
Parece ser que las sagas de superhéroes buscan complejizar la personalidad del protagonista como si postularan que hay una sola cosa verdaderamente heroica: enfrentarse a los propios miedos, limitaciones, traumas y deseos. Al igualar a los superhéroes con los espectadores, logran identificarnos con sus disyuntivas éticas, mucho más que con el riesgo de que el Guasón se salga con las suyas o de que Loki destruya el mundo. En esta etapa, el cómic enfrenta al héroe con el riesgo de ser sólo otra clase de villano. Y ese salto dramático le da otra entidad a las películas de superhéroes.
La saga de “X-Men” agrega otro capítulo con “X-Men: Apocalipsis”. Personalmente, defendimos desde esta página la sustancia que tenía la “X-Men” de Patrick Stewart y Ian McKellen, cuando generalmente era despreciada por la crítica oficial. Por lo que nos duele un poco (sólo un poco), ahora discrepar con esa misma crítica que ensalzó “X-Men: Apocalipsis” para pegarle a “Capitán América 3: Civil War”. Sin ser mala, “X-Men: Apocalipsis” es débil. Es una película sin esa complicación dramática que señalábamos en párrafos anteriores. Una película bastante más convencional, muy parecida a la dinámica del enfrentamiento con el gran villano, que no termina de emocionar nunca. Entiéndase: es una película sólida, pero sin sorpresas.
La trama enfrenta a Charles Xavier y sus aliados contra Apocalyse, un mutante que viene de la noche de los tiempos y que ha sumado las habilidades de otros mutantes. Y es tal su fuerza que fácilmente se ha confundido con un Dios. Del Egipto antiguo, se ha levantado para tomarse revancha con el mundo.
Ante ese todopoderoso rival, Charles se opone con un grupo disperso, dubitativo, que todavía no sabe si quieren ser héroes o no, si son capaces de dar la talla. Hay dos ideas dando vueltas en la trama, no del todo desarrolladas: la primera, es no negarse a su poder (a su naturaleza). Hasta el enfrentamiento con Apocalypse, los mutantes van a la escuela de Charles Xavier para saber cómo controlar sus poderes. Cuando la batalla se presenta, el consejo de Raven es clave: no los controlen; acepten ser cómo son.
Ésa es una línea del guión: conocerse y aceptarse (o mejor aún, conocerse es aceptarse). En la diferencia. Porque hasta entonces se han escondido, por miedo a ser diferentes. En la batalla final, el ser diferente es lo que permite que sobrevivan. Y con ellos, el mundo.
Otra idea rubrica el final: la debilidad de Charles Xavier es supuesta. Cuando Apocalypse se vanaglorie de su derrota, Charles lo enfrenta con la realidad: el villano no puede ganar porque está solo. La unión del grupo es más fuerte que la lucha solitaria del mal.
Esas dos ideas danzan en la trama, sin fuerza dramática. Están presentes pero dispersas. Y por eso, tal vez, la película no tenga tal peso específico.
Hay una escena que se lleva las palmas y no corresponde a la lucha final: es el rescate de los X-Men de la explosión en la escuela de Charles Xavier, llevada a cabo al ritmo de Quicksilver. Antológica, con toques de humor que realzan la secuencia. Del Seleccionado actoral, compitiendo con Jennifer Lawrence, Michael Fassbender, Oscar Isaac y James McAvoy, se destaca Sophie Turner (la Sansa Stark de “Games of Thrones”) como la joven Jean Grey. Galardón para una muy expresiva actriz que esperamos brillar en otros campos.
En suma, aceptable, sólo aceptable capítulo de los mutantes. Esperábamos más, sinceramente. Para ver, sin grandes expectativas.
Mañana, las mejores frases.