Una vez ha pasado un tiempo prudencial desde la final de la Copa Confederaciones, uno no puede evitar ponerse a pensar en los títulos cosechados por la selección española a lo largo del último lustro y cómo han cambiado las cosas de un tiempo a esta parte. Es en estos momentos cuando a un servidor le da por recordar viejos tiempos. Eran tiempos en los que la selección española, en cuanto llegaban los grandes eventos (léase Eurocopa y Mundial), hacía buena la frase que durante tantos años estuvo en boca de todos una vez La Roja quedaba eliminada de un campeonato. Ya saben, aquella de jugamos como nunca y perdimos como siempre. Si bien es cierto que no siempre se maravillaba, muchos, comenzando por los medios, parecían no aprender la lección, y en cuanto llegaba la siguiente cita internacional, volvían de nuevo a las mismas sobre el grandísimo equipo que iba a la cita, las cuales iban parejas a otras del tipo que tiemble el mundo, que tiene la Furia Española. Para bien o para mal, al final la furia se quedaba en nada. Lo que tenía que ser el campeonato del siglo se quedaba en una muesca más en la pistola de sus rivales. En mi caso, y no es por echarme florecitas encima ni nada parecido, pese a mi corta edad (cuando el primer Mundial que seguí, el de Estados Unidos’94, tenía apenas 17 años), pues como que ya me olía que España pelaba menos que yo en un concurso de Mister Universo o mis tías abuelas en el concurso de Miss Mundo. Pero era emisora de radio que ponías, y el que menos se creía a pies juntillas que España iba a hacer algo grande. Vamos, como ahora, solo que ahora lo ha hecho.
Entonces eran tiempos en los que, pese a hacer décadas que no ganaba nada (apenas una Eurocopa en el año 64), muchos consideraban a España una selección grande. No éramos pocos los que nos reíamos por lo bajini, eso si no nos reíamos a carcajadas, cuando escuchábamos este tipo de cosas. Yo era de los que no acababa de entender (y todavía no lo entiendo) cómo podía considerarse grande a una selección cuyo mejor puesto en un Mundial había sido un cuarto puesto… en 1950, y que ya llevaba varias ediciones con los cuartos de final como eliminatoria tope, la cual sería, por otro lado, el tope al que llegarían en las siguientes citas mundialistas, eso si es que se clasificaban para el campeonato en cuestión. Por otro lado, esta fase sería a lo máximo que llegaron también en la Eurocopa en no pocas ediciones, con la excepción de la edición de 1984, en la que perdieron en la final frente a los anfitriones franceses. Y eso en el mejor de los casos, ya que no se libraron de caer eliminados en primera fase en alguna ocasión. Cómo olvidar aquel partido tano comentado contra Nigeria en el Mundial de Francia’98 que a la postre sirvió para que España quedara eliminada en la primera fase. Pese a todo, como digo, todavía había gente que seguía hablando de España como un equipo grande después de que éste cayera eliminado incluso en las primeras de cambio de todas las competiciones en las que participaba. Si bien se había llegado a la final de la Eurocopa’84, ésta cada vez quedaba más lejos en el tiempo y en la memoria de los aficionados, pero a algunas personas parecía darles igual y seguían en sus trece.
Afortunadamente, todo eso cambió en la Eurocopa 2008. Quién no recuerda aquella tanda de penaltis contra Italia en cuartos de final, gracias a la cual, La Roja pasó a semifinales por primera vez en bastantes años. Y quién no recuerda aquellos partidos ganados por la mínima en el Mundial de Suráfrica 2010. Pese a haber ganado las cuatro últimas eliminatorias, incluyendo la final, por apenas 1-0, aquello también sirvió para cambiar la mentalidad derrotista de muchos españoles, lo cual se vio reforzado tras la final hace un año en lo que sería la segunda Eurocopa consecutiva para los nuestros. Lo malo es que la mentalidad de muchos españoles ha ido a parar al otro extremo. Después las últimas victorias en Eurocopas y Mundial, hay quien, durante muchos meses, y alentados por los diferentes medios de comunicación, ha pensado que España era invencible, y que será una especie de Atila en forma de equipo de fútbol, y allá por donde pase este equipo ya no volverá a crecer la hierba. La reciente derrota en la Confecup parece haber hecho que muchos bajasen de la nube, pero mucho me temo que solamente será algo temporal. O sea, hasta que comience el Mundial de Brasil el próximo verano. Yo únicamente les pediría a estas personas que tengan cuidado, ya que si no se mentalizan debidamente en cuanto a que tarde o temprano la selección volverá a perder y probablemente pasen años antes de que vuelvan a ganar algún título, la caída será más grande. Vendría a ser como la selección de Brasil en 1950. El hecho de que la competición de jugara en Brasil les hizo creerse invencibles, y todavía es recordada la final perdida, siendo uno de los hechos históricos de los que más suele hablarse cada vez que hay la competición mundialista junto con el famoso gol de Maradona con la mano en Mexico’86 o los problemas con las drogas del astro argentino, por los cuales tuvo que dejar el Mundial de Estados Unidos’94.
Con esto no quiero decir que, por ejemplo, espere que se pasen otros cuarenta años sin ganar nada. Ya me gustaría que se convirtiesen en la tercera selección, tras Italia en 1934-38 y Brasil en 1958-62, en conseguir dos Mundiales consecutivos, pero hay que ir con pies de plomo y no avanzar acontecimientos. Y es que, cuando predices una victoria y tu equipo gana, quedas de coña, pero como éste pierda, te quedas con un palmo de narices.
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