Revista Arte

Cuando no es belleza todavía, cuando es justo lo que hay antes, cuando no se ha desvelado aún...

Por Artepoesia
Cuando no es belleza todavía, cuando es justo lo que hay antes, cuando no se ha desvelado aún... Cuando no es belleza todavía, cuando es justo lo que hay antes, cuando no se ha desvelado aún... Cuando no es belleza todavía, cuando es justo lo que hay antes, cuando no se ha desvelado aún... Cuando no es belleza todavía, cuando es justo lo que hay antes, cuando no se ha desvelado aún... Cuando no es belleza todavía, cuando es justo lo que hay antes, cuando no se ha desvelado aún...
El misterio, lo enigmático, es justo lo que hay antes de la Belleza, no lo que seguirá a aquéllo -lo que era antes meramente visible, lo inacabado todavía antes de ser delimitado-, que es lo que será luego de transformarse, o de elaborarse más bien, la belleza descubierta, la que admiraremos sin pensar, la que es en sí misma. Pero, antes de elaborarse por completo, cuando los ojos ahora no la vean sino velada apenas por cosas que confunden, divagan, se intuyen, o nos obligan más bien a completarla con el pensamiento, con la idea más que con el deseo, con la sensación intelectual más que con la emocional, con el abierto horizonte brumoso de lo posible por no ser definitivo, de lo incierto por no ser comprendido, de lo vagamente hermoso por no ser bello, de lo especial por no ser general o de lo sublime por no ser reconocido, entonces solo será un símbolo de la Belleza, un pequeño esbozo de lo por acontecer aún para llegar a ella.
Cuando el gran pintor neoclásico francés Ingres descubriese en su academia al dominicano -nacido en la República Dominicana cuando esta fue francesa durante algunos pocos años- Théodore Chassériau (1819-1856), diría de él que sería el Napoleón de la Pintura... Tal habilidad para el dibujo y para plasmar Belleza tendría ya el prodigioso alumno de su academia. Pero, años después, cuando Chassériau descubriese a su vez la pintura del fascinante romántico Delacroix, entenderá ahora el joven pintor que el Arte podría ser otra cosa diferente... Y, entonces, su maestro Ingres se indignaría y defraudaría con el rebelde Chassériau. Luego, cuando los admirados futuros simbolistas viesen la obra de Chassériau, empezarían a comprender qué era lo que ellos ahora sentirían de lo bello: justo lo que existiría poco antes de llegar a esa belleza chassériauana...
Lucien Levy-Dhurmer (1865-1953) fue uno de los pintores simbolistas que mejor entendieron cómo conseguir ese momento... Un momento que no desvelara la Belleza, pero en donde existirá ésta aun no existiendo sola... Es decir, existiendo ahora la Belleza con otras cosas que la condicionarán, que la harán transgredir fronteras estéticas que alcazarán incluso a rozarla... más nunca a poseerla. A preguntarse uno, el que ahora lo ve, para qué existe aquélla, por qué estará ahí tan sola, tan desvalida, tan desposeída ahora de todo lo que, después, de continuar desvelándose el misterio -algo que no sucederá...-, llegará por fin a convertirse en Belleza. El Simbolismo fue una tendencia artística muy consistente, es decir, reflejada y contenida tanto en el Arte -el pictórico- como en la Literatura, en la decoración o en el diseño... Tuvo hasta su filosofía esotérica... Por aquellos años simbolistas, segunda mitad del siglo XIX, el escritor francés Péladan (1858-1918) se alzará entonces por encima de los convencionalismos y de una sociedad materialista y se erigirá así en defensor de lo bello zaherido
Con su atrabiliaria personalidad extravagante, buscará Péladan en el Arte la justificación de su pensamiento esotérico. Y adorará a Wagner, a Leonardo Da Vinci, a Levy-Dhurmer... De la obra El Silencio de Levy-Dhurmer, el escritor esotérico tratará de describir su enigmático semblante oculto ahora por dos dedos misteriosos y un velo renacentista... ¿Qué nos estará transmitiendo ese semblante semioculto? ¿Por qué la mirada no la desvía ahora aquí el creador, siendo así ésta de las pocas obras simbolistas que no lo harán? Porque la mirada no puede mirar nunca fija al espectador si se están ahora ocultando cosas..., como hará el Simbolismo casi siempre. Aun así el pintor simbolista la mantiene fija aquí pero, sin embargo, dirige dos dedos del personaje hacia sus ojos como para contrarrestrar ese efecto..., o para ocultar otros. En la obra Desnudo reclinado -que no he podido certificar su autoría ni fecha- veremos cómo la Belleza aquí -que lo está- no estará ahora ahí del todo, sin embargo, desvelada. La luz poderosa y radiante del fondo del cuadro tratará de iluminarla, pero se inclinará ésta -la Belleza- tan solo ahora ante aquélla -la Luz-. Y nos deslumbrará ésta a nosotros algo aquí como para vislumbrarla bien ahora a ella, como para satisfacer así, también, con esa poderosa luz iridiscente, un esbozo ahora aquí oculto de Belleza...  
(Obra al pastel del pintor Lucien Levy-Dhurmer, El Silencio, 1895, Museo de Orsay, París; Cuadro al pastel del mismo pintor Levy-Dhurmer, Eva, 1896, Colección Michel Perinet, París; Obra del pintor Lucien Levy-Dhurmer, Desnudo reclinado, 1897 -dudosa autoría y/o fecha-; Obra de Levy-Dhurmer, Nocturno en Bósforo, 1897; Óleo del pintor Theodore Chassériau, Susana la casta, 1839, Museo del Louvre, París.)


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