Cuando por no perderse a uno mismo se pierde a otro

Por Peterpank @castguer

El Werther de Goethe supuso una gran revolución cultural y literaria a finales del siglo XVIII. Los jóvenes europeos se vestían como Werther, se expresaban con sus palabras y, lamentablemente, se suicidaban como él. Fue la reacción de una generación frente a la decadencia del mundo rococó.

Algo más de un siglo después de la publicación de la obra, los compositores franceses Charles Gounod y Jules Massenet se apoderaron de Goethe para crear las grandes óperas sentimentales que entusiasmaron a una nueva burguesía que suspiraba con cursilería y caía en la beatería. Una burguesía que se expresa a través de la “Ah je ris de me voir si belle en ce miroir!” de Marguerite y el aria de las cartas de Charlotte. Es la razón por la cual los alemanes llaman Margarethe al Faust de Gounod y podrían llamar Charlotte al Werther de Massenet.

El Werther de Massenet se estrenó en la Hofoper de Viena en 1892, después de que la Opéra-Comique de París la rechazara por su triste temática-, se convierte en un drama burgués y doméstico centrado en el personaje desesperado y trágico de Werther y la contenida y sensata Charlotte, que adquiere en la ópera voz propia. A través de los cuatro actos que la componen, con una música plena de lirismo y sentimental poesía, Massenet despliega sus más brillantes efectos para mostrar la transformación de ambos personajes, que desembocará en el inevitable suicidio del protagonista y la desesperación de Charlotte, escindida entre la pasión y el deber.

. Argumento

. Acto I.
La casa del Magistrado.

Aunque estamos en el mes de julio, el Magistrado está enseñando una canción de Navidad a su seis hijos pequeños, en el jardín de su casa. Los niños lo hacen bastante mal, hasta que se les advierte de que Charlotte, su amada hermana mayor, los está escuchando desde dentro de la vivienda. Schmidt y Johann, amigos del Magistrado, llegan y saludan a Sophie, segunda hija del Magistrado, que sale ahora al jardín. Los tres hombres hablan de Werther, un joven al servicio del Príncipe, y de Albert, novio de Charlotte. Los dos compañeros se marchan entonando su estribillo favorito: “Vivat Bacchus!” (“¡Viva Baco!”), con lo que anticipan su diversión en la taberna a la que se dirigen.

 

Todos se han marchado dentro cuando llega Werther, que ha sido guiado hasta allí por un campesino, para hacer su primera visita a la familia. E inmediatamente se siente profundamente atraído por la paz y belleza que se respiran en el jardín y en la casa. “Je ne sois si je veille ou si je rêve encore” (“No sé si estoy despierto o soñando”). A través de la puerta entreabierta, Werther ve a los niños en el interior, ensayando aún la canción, y esto le atrae aún más. Los niños rodean a su adorada Charlotte cuando entra y ella rápidamente les sirve la merienda antes de presentar a Werther a su padre. El Magistrado hace bromas a dos jóvenes enamorados, absortos en sí mismos, Brühlmann y Käthchen, que también están allí de visita. Charlotte envía a los niños a que den la bienvenida a Werther, así como a su «primo». Werther, arrobado, vuelve a extasiarse ante aquel “espectáculo ideal de amor y de inocencia”. Él y Charlotte entran en la casa y el Magistrado (“Vivat Bacchus!”) se marcha a la taberna.

Cuando cae la noche, Alberto, que estaba fuera, regresa inesperadamente y es recibido con enorme alegría por Sophie, su novia. Pero él no quiere entrar en la casa y decide unirse con la familia al día siguiente por la mañana. Salen ahora de la vivienda Werther y Charlotte; las palabras de Werther revelan una naciente pasión por la muchacha. La referencia de ella a su madre fallecida, y a la que reemplaza en el cuidado de sus hermanos, aumenta los sentimientos de Werther de “reve, extase, bonheur” (“ensueño, éxtasis, felicidad”). Charlotte se siente de repente atraída por el joven: “Nous sommes fous” (“¡Estamos locos!”).

 

En este momento, el Magistrado, que ha vuelto y ha sido puesto al corriente de todo por Sophie, dice a Charlotte que Albert ha regresado. Solos en escena, Werther clama su desesperación: “Un autre… son époux!” (“Otro, su esposo…”).

. Acto II.
Los Tilos, plaza frente a una iglesia.

Un domingo por la mañana en la taberna, mientras se escuchan los sones del órgano en la iglesia vecina, Schmidt y Johann beben y alaban al Señor “en exaltant ses dones” (“exaltando sus dones y dádivas”), en referencia clara al vino. Charlotte y Albert, casados desde hace tres meses, se dirigen a la iglesia. Llega ahora Werther, ensimismado: (“Un autre est son époux“) (“Casada con otro”). Y da rienda suelta a su pensamiento, imaginando lo que podría haber sido. Schmidt y Johann tratan, por su parte de consolar a Brühlmann, a quien ha abandonado su prometida. Sale Albert del templo, y lleno de sincero afecto, habla con Werther, dándole a entender que sabe lo que le ocurre y lo comprende, pero que él también debe aceptar los hechos. Werther, en el mismo tono amistoso, promete a Albert que su sueño ya ha pasado y está olvidado.

El tenso clima se rompe con la entrada de la sencilla Sophie, que llega con un ramo de flores. Van a celebrarse las bodas de oro del pastor con una fiesta, y Sophie compromete a Werther, con una graciosa seriedad, al “primer minueto”; su estribillo es “Tout le monde est joyeux” (“Todo el mundo está alegre”), lo que a los oídos de Werther suena como una tremenda ironía.

Otra vez solo Werther se confiesa a sí mismo que ha mentido a Albert; su pasión por Charlotte sigue viva, y si quiere librarse de sus consecuencias, debe marcharse lejos de allí. Cuando llegue Charlotte, piensa también que es mejor que Werther marche, pero que vuelva, como amigo, para Navidad De nuevo solo en escena, Werther piensa en el suicidio (si sería bien recibido en otro hogar); su pensamiento es interrumpido por la aparición de Sophie. Werther se marcha bruscamente y Sophie se queda llorando. Mientras el cortejo para la celebración de la fiesta se acerca, Albert tiene sombríos presentimientos sobre Werther.

 

. Acto III.
Interior de la casa de Albert.

Es la víspera de Navidad. En su casa, Charlotte piensa en el ausente Werther; toma una de sus cartas y empieza a leer en alta voz: “Je vous écris de ma petite chambre” (“Os escribo desde mi pequeña habitación”). Cuando está pensando llena de temor, en la temida posibilidad del suicidio de Werther, aparece Sophie, de improviso. Aunque la casa de sus padres no está muy lejos de la suya, Charlotte lleva mucho tiempo sin visitar a su familia, y allí la echan mucho de menos. Sophie desearía que su hermana estuviese ahora tan alegre como solía estar: “¡Ah, le rire est béni!” (“Ah, bendita sea la risa”).

 

Cuando se ha marchado Sophie, Charlotte desfallece, y pide ayuda al Cielo. Silenciosamente, aparece Werther en la puerta de la estancia. Lanza una mirada al familiar ambiente con el clavecín que les acompañaba cuando cantaban juntos. Y recuerda un poema de Ossian en la traducción que él mismo había compuesto: “Pourquoi me rêveiller, o souffle du printemps” (“¿Por qué me despiertas, oh soplo de la primavera?”) Ella une su voz a la de él; Werther declara de nuevo su amor por ella, pero, a punto de ceder, ella reacciona y abandona la estancia. Werther, por su parte, se marcha también y abandona la casa.

Entra Albert. La habitación vacía y la puerta de la calle abierta le hacen concebir sospechas, incluso cuando Charlotte regresa. Entra un criado con una nota de Werther, pidiendo a Albert que le preste sus pistolas para que le acompañen en un largo viaje (“un lointain voyage“). Albert obliga a Charlotte a que entregue las pistolas al criado, en un frío gesto lleno de sentido. Cuando Albert se marcha, Charlotte piensa cómo podrá ver a Werther antes de que consiga su fatal propósito.

. Acto IV.
En el salón de la casa de Werther, la noche de Navidad.

Al entrar Charlotte, se ofrece ante su vista el cuerpo tendido de Werther, herido de muerte. A la angustiada voz de ella, Werther responde débilmente, pidiéndole perdón. De nuevo el moribundo declara a Charlotte su amor y ella, finalmente confiesa que también le ama. A través de las ventanas se ven las luces de la morada del Magistrado y desde allí llegan las voces de los niños cantando villancicos.

 

Werther toma estos cánticos como un símbolo de su salvación y espera que su tumba sea bendecida por las lágrimas de una mujer. Werther muere y Charlotte se desvanece. Por las ventanas sigue llegando el cántico (“Nöel! Nöel!“) y las risas felices de los reunidos.

. Fuente.

La novela epistolar Los sufrimientos del joven Werther es una obra maestra del joven Goethe y también uno de los puntos culminantes de la literatura romántica europea. Su aparición tuvo como consecuencia una ola de suicidios entre los amantes desdichados (como más tarde sucedería con Tristán e Isolda de Wagner). Lo que Goethe vivió en 1772 en Wetzlar (y tuvo que quitárselo del alma escribiéndolo, para no tener que suicidarse a su vez) se convirtió en un clásico sobre la experiencia profunda del amor que no encuentra la felicidad.

. Libreto.

Édouard Blau, Paul Millet y Georges Hartman, tres hábiles libretistas, se repartieron la misión de convertir el libro de Goethe en libreto. Lograron conservar muchos de los valores del original, aun cuando el conocedor de Goethe pueda no estar del todo de acuerdo con la adaptación. El destino de los personajes nos conmueve, la atmósfera de la pequeña ciudad ha sido descrita con rasgos amables. También los puntos de descanso líricos (arias), necesarios en esta clase de óperas, se incluyeron con tanta habilidad que se adaptan bien a las intenciones de Goethe.

. Música.

Massenet había madurado después de Manon; la música de Werther suena más íntima que la de cualquiera de sus óperas anteriores. En el libreto hay poco suspenso y pocos acontecimientos exteriores, y ello obliga a la música a expresar intensamente las emociones; el canto, sin que se pierda nada del brillo del bel canto y de la amplia línea melódica, se ha refugiado en el ámbito del alma. Una vez más, algunas escenas destacan por su extraordinario contenido expresivo: por ejemplo el aria de Charlotte «Les larmes qu’on ne pleure pas», la gran aria sobre Ossian que canta Werther, la expresiva música de Navidad. La partitura no ha envejecido ni siquiera hoy, por más despiadada que sea nuestra época con muchos testimonios artísticos de las postrimerías del romanticismo.

. Historia.

La novela epistolar de Goethe tenía más de cien años cuando Massenet comenzó a interesarse por su puesta en música. Pensaba, lógicamente, estrenarla en la Opera Comique de París, el lugar donde Manon había triunfado. Pero el teatro se incendió y el compositor se decidió a estrenar la obra en otro teatro donde Manon había tenido también una acogida ejemplar: la Hofoper de Viena. Para ello fue necesario traducir el texto francés al alemán, tarea que realizó Max Kalbeck. El 16 de febrero de 1892, Werther encontró en Viena un público comprensivo, aunque no totalmente entusiasta. También esta ópera estaba destinada a un éxito mundial: pronto fue una de las obras más interpretadas del repertorio francés.

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Regente: Elie Cohen

Georges Thill (Tenor – Werther)
Ninon Vallin (Soprano – Charlotte)
Germaine Feraldy (Soprano – Sophie)
Marcel Roque (Barítono – Albert)
Armand Narcon (Baixo – Bailiff)
Louis Guenot (Baixo – Johann)
Henri Niel (Tenor – Schmidt)

CD

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