Cuando prohibieron la Navidad

Publicado el 29 noviembre 2018 por Tdi @RLIBlog

Aunque parezca la fantasía del Grinch, hubo una época en la que la Navidad estuvo prohibida. Curiosamente, la prohibición está conectada con Acción de Gracias. En aquella entrada decía como los anglicanos deseaban reducir el número de festividades (96 días anuales para los católicos antes de 1536, sin contar domingos), limitándose a unas pocas, como los días de Humillación y Ayuno, los de Acción de Gracias, sabbat, el día de elecciones y poco más. Esto les permitía disfrutar de 300 días anuales de trabajo y unas cuantas celebraciones, no siempre alegres, donde pensar en dios.

Los puritanos querían purificar la fe de todas las influencias paganas. Eso incluía la Navidad y la Semana Santa. Muchas costumbres con raíces paganas y célticas, como tocar un trozo de acebo en el tronco de Yule; adornar la casa con ramas de acebo y muérdago; hacer fuegos y encender velas; colgar decoraciones llamativas; deambular y cantar para mantener vivo al Sol; cantar villancicos de puerta en puerta; o hacer obras de teatro con disfraces. No permitían ni los banquetes.

Por lo tanto, al llegar a Massachusetts, teniendo la oportunidad para crear su propio paraíso cristiano, se despojaron de todas las influencias paganas para practicar un cristianismo puro. Aunque seguían considerando que su salvador había nacido el 25 de diciembre, tan solo lo celebraban si caía en sabbat. En caso contrario, la vida, y el trabajo, continuaban.

Opinaban que la Biblia no decía nada de celebrar el nacimiento de Cristo. Lo veían como un astuto truco de la iglesia antigua para atraer adeptos al cristianismo entre los paganos europeos, que solían celebrar el inicio del año en torno al solsticio de invierno.

Al ver a Cristo como una manifestación de Dios, veían adecuado reverenciarlo, no venerarlo como a un ídolo. Conviene añadir que, como ya se contó en la entrada sobre los besos bajo el muérdago, las fiestas navideñas fueron prácticamente una extensión de los Saturnales romanos, por lo que durante doce días predominaban las juergas, la ociosidad, la bebida y la promiscuidad.

En resumen, la propia celebración de la Navidad era una herejía. Los pastores religiosos podían ser arrestados por ofrecer oficios navideños. De 1659 a 1681, quien fuera capturado celebrando la Navidad en Massachusetts era multado con cinco chelines, aproximadamente el jornal típico de una semana.

La prohibición terminó en 1681, pero siguió siendo un tabú. Hasta bien entrado el siglo XVIII, quienes cantaran villancicos podían ser procesados por alterar la paz. Incluso dar regalos o donaciones caritativas estaba mal visto.

Mientras tanto, en Inglaterra, tras una serie de guerras civiles entre las décadas de 1640 y 1650, durante el interregno, los puritanos impusieron su fundamentalismo religioso. La Navidad, la Semana Santa y otros días sagrados se prohibieron en 1647. Sin embargo, la medida fue tan poco popular que volvieron en 1660 con la restauración de la monarquía. En Escocia, debido a la Iglesia homónima, se observaba discretamente. Allí se convertiría en fiesta nacional a partir de 1958, en pleno siglo XX.

Esto promovió que más puritanos se fueran a Nueva Inglaterra, llevándose consigo su guerra contra la Navidad. También llegaron a otros lugares, como Nassau en las Bahamas y partes de Virginia y Nueva Jersey, pero, al no ser mayoría, la fiesta se mantuvo.

Algunos historiadores sostienen que los siervos y pobres que llegaron a Nueva Inglaterra para trabajar, en vez de por cuestiones de fe, pudieron haber mantenido sus costumbres en secreto. No obstante, fue el gran flujo migratorio a mediados del siglo XIX, especialmente de irlandeses, el que marcó la tendencia. Esta también fue la causa de la popularización de Halloween, que los ingleses habían sustituido por un día de acción de gracias el 5 de noviembre en el conocido día de Guy Fawkes.

La transición de la prohibición a la celebración fue lenta. Sería en 1870 cuando el presidente Ulysses S. Grant proclamó la Navidad como fiesta nacional para unificar el país tras la guerra civil. Esto permitiría a Inglaterra y parte de los Estados Unidos ingresar, junto con Albania, Somalia o Tayikistán, entre otros, en los pocos países en prohibir la Navidad.

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