Una delicia de nuestra ciudad es que, cuando el estrés toca a tu puerta, siempre tienes una verde y rápida vía de escape llamada Parque del Retiro. Un lugar al que, gracias al paso del tiempo y a los secretos que voy descubriendo de él, le voy cogiendo un singular cariño difícil de expresar. Este parque es un santuario para muchos madrileños que lo atraviesan, a diferentes velocidades y con distintos propósitos, en el día a día. Pero hoy toca recordar que, hasta hace un tiempo, los madrileños tenían prohibido su uso y disfrute.
Como muchos ya sabéis, el origen del Parque del Retiro está muy vinculado a la realeza y monarquía. De hecho, su nombre viene de que a este espacio era al que se " retiraba" el Rey y su familia durante fechas concretas de luto o cuaresma. Un parque donde podían disfrutar de una tranquilidad extra mientras los madrileños se tenían que contentar con observar desde el exterior del recinto. Con el devenir de los años, el Retiro se fue aproximando al pueblo llano, permitiéndole su acceso a alguna parte concreta y en momentos señalados. Pero ¿Cuándo pudieron los vecinos de Madrid disfrutar sin miramientos de este oasis capitalino?
Se tuvo que esperar hasta el año 1868, durante la Revolución de la Gloriosa, los terrenos del Retiro son transferidos de la Corona al Ayuntamiento de Madrid. Éste, de manera inmediata decide ponerlo a disposición de todos los ciudadanos, una acertada decisión de la que todavía nos alegramos.