Cuando renunciamos a lo mejor. O sobre los bajos índices de lactancia materna en el mundo

Por Sandra @sandraferrerv
Con motivo de la celebración de la Semana Mundial de la lactancia materna, la Organización Mundial de la Salud ha publicado una cifra de lo más deprimente. Solamente el 38% de bebés en el mundo se alimentan exclusivamente de lactancia materna en los primeros seis meses de vida. Y yo, sigo sin entenderlo. Es cierto que en algunas cosas la ciencia ha avanzado tanto que ha conseguido superar a la naturaleza, pero no en todo la ciencia es mejor. La lactancia materna es una cuestión que se ha utilizado a lo largo de los siglos como arma política para esconder a las mujeres en el hogar y, lo que es peor, como arma económica, relegándola en un segundo plano en favor de unos sucedáneos de los que se ha demostrado que no son precisamente lo mejor. La cifra del 38% me ha sorprendido. Sobretodo porque si pensamos que un altísimo número de estas madres se encuentra en países del Tercer Mundo donde no hay acceso a la leche artificial, no quiero ni pensar en cuál debe ser el número de madres que optan por la lactancia materna en los países desarrollados. Lo que más sorprende de todo esto es que los datos acerca de los beneficios sobre el bebé y sobre la madre están cada vez más demostrados por estudios científicos. Y aún así, las cifras de uso de la lactancia materna son deprimentes. Sigo sin entenderlo.