Cuando se apagan las luces (relatos cortos)

Por Orlando Tunnermann

Cuando se apagan las luces y dormitan los focos me acompaña en las sombras mi cándida insolencia, esa que me grita al oído que puedo comerme el mundo y regurgitar sus miserias, y de paso, ponerle mi nombre como si fuera la guinda de un pastel ceremonial.
Cuando bajo del escenario sólo queda la triste silueta de un hombre mundano que cubre su faz adocenada con mil caretas para disipar los horrores del miedo al rechazo y al fracaso.
Mi piel es lechosa y mi osamenta, frágil escarcha quebradiza; materia corrompible disfrazada de boato.
Cuando se apagan las luces del escenario y fenece el último aplauso regresa el hombre y queda ajado el destello de ese dios fementido que todos adoran y nadie conoce.