¿Cuándo se debe cambiar la cadena de una bicicleta?

Por Rafael @merkabici

Después de los pinchazos, el desenganche de la cadena de la bicicleta es probablemente el problema más común y quizá el más enervante al que se enfrentan los ciclistas. Esta avería resulta especialmente incómoda, pues normalmente se suele producir en el momento más inoportuno; lo que obliga a parar para colocarla, perder el ritmo y, si se tiene un poco de mala suerte, las opciones de vencer en una determinada prueba.

La mecánica de una bicicleta es fácil de dominar. Es más, la mayoría de los cicloturistas podrían realizar un doctorado en este aspecto. Sin embargo, la instalación de elementos en nuestro vehículo de dos ruedas es igual de importante que el mantenimiento de los mismos, de ahí que sea importante realizar una buena puesta a punto del mismo cada cierto tiempo. Y, entre los elementos que se deben priorizar en este momento, se encuentra la cadena, tanto por su “delicadeza”, como por la frecuencia con la que provoca incidentes.

¿Cuándo debe un ciclista cambiar la cadena de su bicicleta?

Existen varias teorías acerca de cuál es el momento idóneo para cambiar la cadena de la bicicleta. En los foros ciclistas de internet se puede ver de todo. En ellos, se puede comprobar la actitud de los más precavidos, que optan por hacerlo a los 3.000 kilómetros. Otros, creen que lo mejor es hacerlo a los 5.000, mientras que unos terceros afirman que, si no se tienen incidentes previamente, lo más recomendable es realizar esta acción a los 10.000.

¿Cuál es la respuesta más acertada de las tres? Realmente, lo podrían ser todas, pero en realidad no lo es ninguna, pues el desgaste de la cadena depende de diversos factores, entre ellos, el modelo de bicicleta en el que este elemento está instalado; y las características de la actividad del pedalista. Una cadena no se deteriora de la misma forma si el deportista realiza sólo rodillo durante 3 horas diarias, que si sale a entrenar de forma periódica por una superficie escarpada que le obliga a cambiar frecuentemente de plato y de piñón.

La respuesta más sencilla a la pregunta que se plantea en este epígrafe la podemos encontrar en las tiendas de bicicletas, en las que se venden unas herramientas, con una forma similar a las llaves, que se denominan medidores de cadena.

¿Cómo utilizar un medidor de cadena?

Este sencillo dispositivo es capaz de ofrecernos la información más fiable acerca del estado de nuestra cadena, sin necesidad de instalar un cuentakilómetros imaginario en nuestra cabeza que mida la distancia que recorremos. Como observarás en la fotografía, cuenta con dos medidas en sus dos extremos, una correspondiente a 0,75 y otra a 1.0.

Esta cadena la deberás meter en el hueco que se encuentra entre dos eslabones de la misma. Si marca el 0,75, significará que está estirada a un 75 % de su capacidad, mientras que su marca el 1.0, será que está al 100 %. ¿Cómo debes interpretar estos datos? Muy sencillo.

Existe un amplio consenso entre los fabricantes que dicta que, cuando el estiramiento de la cadena supera el 75 %, es momento de comenzar a pensar en cambiar este componente, dado que su probabilidad de quebrarse o salirse de su eje resulta bastante elevada. ¿Qué ocurre si sobrepasa el 100 %? Que la necesidad de sustituirlo es casi total, de ahí que, en ese momento y por tu seguridad, lo mejor sea que rompas la hucha y compres una nueva.

¿Cuándo debes realizar esta comprobación? Lo primero que cabe decir es que nunca viene mal gastar los 5 ó 10 euros que cuesta esta herramienta para tenerla siempre a mano. Es un pequeño desembolso que resulta muy recomendable para garantizar la completa puesta a punto de tu vehículo de dos ruedas.

Una vez la adquieras, es recomendable que la utilices cada cierto tiempo (con dos veces al año puede ser suficiente) para comprobar que sus puntas aún no entran en los huecos entre los eslabones. Eso significará que la vida útil de tu cadena aún no se habrá agotado.