Hace casi 4.000 años, los babilonios rellenaban las tripas de un animal, generalmente del cerdo, con carnes especiadas. Ésta es la referencia más antigua que se conoce acerca del origen de las salchichas. En la Grecia clásica también era un alimento muy apreciado, aunque los helenos las elaboraban de manera algo distinta que en Babilonia. Precisamente, un embutido similar, la morcilla, fue inventado por un griego, Atómates de Corinto.Las salchichas también figuraban entre los platos ensalzados en la antigua Roma. En las fiestas en honor a Lupercus, dios de los pastores, que se celebraban a partir del 15 de febrero, los adolescentes eran introducidos en la vida adulta mediante un rito en el que la salchicha jugaba un papel muy importante que nada tenía que ver con el arte culinario. Precisamente fue su simbolismo erótico lo que hizo que la Iglesia desaconsejara su consumo y que el emperador Constantino prohibiera por decreto su fabricación. Pese a esta incomprensible animadversión, las salchichas siguieron siendo, aunque en la clandestinidad, un alimento básico en la dieta romana. De hecho, la palabra salchicha deriva del término latino salsus.Pasaron los siglos y en 1852 el gremio de carniceros de la ciudad germana de Frankfurt presentó una salchicha especial ahumada y embutida en una tripa delgada y casi transparente. De este modo, nació la salchicha de Frankfurt, que se exportó al mundo entero. Otro carnicero alemán tuvo la ocurrencia de servir una salchicha caliente en una barrita de pan, combinado que bautizó con el nombre de la raza de su perro, un dachshund. El invento llegó a Estados Unidos con el nombre de hot dog -en castellano, perrito caliente-. Esta sencilla comida se hizo muy popular a partir de 1906, gracias a Harry Steven, un vendedor ambulante de bocadillos y refrescos que consiguió una concesión de venta en los estadios durante los partidos de béisbol.