El domingo pasado, en esta ciudad del noroeste de Inglaterra, se vivió uno de los finales de liga más apasionantes de la historia de la Premier League. City y United se disputaban el título y parecía que todo iba a estar de cara para los de Mancini ya que jugaba en casa y, a pesar de la igual de puntos con los red devils, partían con ventaja.
Me dirigí desde el centro de la ciudad al Etihad Stadium sobre la una y media de la tarde y se respiraba fútbol en cada calle, en cada rincón, en cada bar,... era un domingo en el que no se hablaba de otra cosa y donde la ciudad estaba tintada de azul. También había algunos aficionados del QPR, que ese día se jugaban un puesto de descenso con el Bolton, que jugaba contra el Stoke City.
Al llegar al estadio el ambiente era excepcional, se vendían ya banderas y bufandas con la inscripción de "Champions 2012". En las inmediaciones la gente paseaba con la seguridad de que por fin conseguirían un título de liga que nunca había visto la mayoría o que solo recordaban los más viejos del lugar, ya que la última vez fue hace 44 años.
Me quedé hasta el pitido inicial, donde se podía oír claramente desde fuera a toda la afición cantando "blue moon" y aplaudiendo las oportunidades locales. Bajé corriendo a un bar cerca del estadio para intentar no perderme nada del partido. Llegué sobre el minuto 15, un poco después de que el United marcase en Sunderland. En el bar, solo para fans del City, ya se respiraban nervios, porque en ese momento los red devils era los virtuales campeones, pero había optimismo y mucho tiempo por delante.
Aquellos nervios se dispersaron con el gol de Zabaleta y el final de la primera parte, aunque a nadie le gustó la lesión de Toure Yaya. En el descanso salí fuera y pude hablar más tranquilamente con varios de ellos. Había un hombre de 50 años que me contó que el tenía 6 años cuando vió al City ganar la liga y que casi ni se acuerda. Era para él, uno de los días más importantes de su vida.
Parecía que todo iba según en guión. Volví dentro del bar y la gente se miraba con complicidad, sabiendo que estaban a 45 minutos de ganar la liga. Pero a los pocos minutos llegaron los fantasmas de la derrota. El mal despeje de Lescott, que propició el gol de Cissé, enmudeció a la gente. No se podían que creer que el QPR hubiese empatado, al igual que no se podían creer que el internacional inglés hubiese cometido tal error.
Los nervios y la desesperación se volvían a sentir en los rostros de aquellos aficionados del City. Aunque la expulsión de Joey Barton les hizo animarse y pensar que podían ganar el partido contra diez. Gritos de "Come on City" fueron la tónica en esos momentos junto a insultos al jugador del QPR (ex-del City) tras agredir a Agüero.
Sabían que el gol estaba cerca, el Kun lo tuvo en sus botas con un balón que sacó Kenny en la misma línea. El dominio local era absoluto con un QPR totalmente encerrado abajo. Pero a falta de 25 minutos para el final llegó el mazazo con el 1-2. Los citizens necesitaban dos goles y la caras de tristeza empezaron a aflorar e incluso se podía ver alguna lágrima en un par de chicas vestidas de azul de la cabeza hasta los pies.
Pasaban los minutos y lo que parecía conseguido en el descanso se estaba esfumando. Parecía ser un resumen de lo que había pasado a lo largo de la temporada. Al City le volvía a poder la presión en los momentos importantes y si se divisaba difícil hacerle un gol, dos era ya tarea imposible. Con los cambios la gente pareció animarse pero seguían esfumándose los minutos y con ello el título.
Era ya el 90' y tras mil ocasiones sin recompensa pensé en salir de aquel lugar donde había una mezcla de lágrimas, tristeza, enfado, incredulidad, pero también esperanza. No sé si fue aquella final de playoffs en Wembley en 1999, o la fe de la gente en este equipo, pero la mayoría de ellos creían en el City, y ganase o perdiese no quería irse antes del final.
Un minuto y medio más tarde la mitad del bar estalló de jubilo con el gol de Dzeko. Y la otra mitad, entre los que se entraban el hombre de 50 años y yo mismo, no lo celebramos. Pensábamos que era imposible hacer otro tanto. Además en Sunderland el United estaba apunto de ganar. Pero poco después llegó De Jong, para pasarle a Agüero, éste envió al área a Balotelli que, desde el suelo y tras revolverse, dio un pase a la parte derecha, quizá a Kompany o a Silva, pero el que cogió el balón fue de nuevo el argentino que, tras salvar la entrada de un defensa, tiro a puerta y......
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Imagen Agüero: The GuardianResto de imágenes: Fran Valero