Es inevitable admitir que en sus cuatro temporadas en antena Torchwood ha cambiado mucho. Quizás, siendo arriesgado, se la pueda nombrar como la serie de televisión que más ha cambiado desde su comienzo en tan pocas temporadas. Es una entrada sin spoilers, para todos aquellos que no hayáis visto nada sobre la serie.
Se pueden considerar dos etapas diferentes en la (corta) vida de Torchwood. La primera etapa abarcaría las dos primeras temporadas, en las que se intentaba dotar a la serie de un cariz más oscuro y adulto para diferenciarla claramente de su serie madre, Doctor Who (tengamos siempre en mente que es un spin off de la longeva serie británica).
En esos inicios en los que fueron ascendiendo en la programación de la BBC (la serie comenzó a emitirse en BBC 3, para ir escalando puestos temporada a temporada), el equipo liderado por Jack Harkness (John Barrowman; Desperate housewives, Doctor Who) se introducía en nuestras vidas, y con él llegaba la lucha contra seres extraterrestres que amenazaban la continuidad de la raza humana en nuestro planeta.
El Torchwood Institute, creado en 1879 por la Reina Victoria, posee una de sus sedes en Cardiff, Torchwood three, desde donde Harkness y su equipo actúan para detener las invasiones alienígenas que ocurren a gran escala en esta ciudad. Y básicamente durante su primera temporada nos muestran, con una dinámica procedimental, la lucha contra estos elementos extraterrestres.
Es aquí cuando la serie dió un giro. Los dos años que separaron la producción de la segunda y tercera temporada vinieron acompañados de una reducción en el número de capítulos y un aumento en el presupuesto para cada uno de ellos. Los 5 capítulos que conformaron Torchwood: Children of Earth, emitidos en noches consecutivas en Julio de 2009, dejaron a un lado el procedimentalismo para crear un arco argumental que sin duda, dejó a los fans boquiabiertos. Mostrando los límites del comportamiento humano ante una situación extrema crearon un nuevo nivel narrativo que abandonaba todo lo visto anteriormente en la serie.
Y quizás fue esta temporada la que fijó unas expectativas muy altas frente a lo que estaba por venir (la serie sufrió problemas tras esta temporada, primero por diferencias entre Russel T. Davies, creador de la serie, y la BBC, y después por unas exigencias presupuestarias que la propia cadena no podía permitirse), y finalmente fue coproducida por BBC Wales, BBC Worldwide y la norteamericana Starz. El aporte presupuestario de esta última trajo consigo una ligera transformación de la serie. Y con transformación me refiero al traslado de la trama a Estados Unidos, la incorporación de actores de aquel lado del charco y, por supuesto, la afección a la trama a contar.
Y no es que la premisa de esta cuarta temporada (que lleva por nombre Torchwood: Miracle Day) sea mala, al contrario, plantear un evento mundial en el que repentinamente toda la población se convierte en inmortal es fantástico. Lo que ya no es tan fantástico es intentar sostener una trama interesante con unos personajes planos, sin carisma alguno, y más cuando son nuevas incorporaciones que se sienten como meras piezas inservibles para el avance de la trama.
No nos equivoquemos, Eve Myles (Doctor Who, Little Dorrit) en su papel de Gwen Cooper sigue siendo fantástica, mantiene su esencia y sirve de nexo entre la acción previa en Gales y la nueva acción estadounidense. Y Bill Pullman (Mientras dormías, Carretera perdida) demuestra todo su buen hacer con un aterrador Oswald Danes, perfecto villano para un buen procedimental policiaco. Incluso la Doctora Juarez (Arlene Tur; Crash, Come, Reza, Ama) crea el nexo de unión perfecto entre Torchwood y la subtrama médica inevitable ante este evento.
Pero hay dos piezas del puzle que no encajan. Rex Matheson (Mekhi Phifer; Urgencias, Lie to me) tiene uno de los papeles más interesantes de toda la serie. Un sufridor directo del milagro ocurrido que, pudiendo ser dibujado como la víctima y (por qué no) héroe de la temporada, en este quinto capítulo emitido el pasado viernes sigue manteniéndose como una obligación, un lastre para la serie del que no se aprovecha todo su potencial. Y qué decir de Esther Drummond (Alexa Havins; All my children, 27 vestidos), un topicazo con patas, la sosería personificada, que sin duda es todo lo contrario a lo que Torchwood necesita.
Quizás un excesivo número de capítulos no han sido positivos para la serie. Quizás el salto del Atlántico ha influido en el desarrollo y efectismo de la trama a expensas de una mejora en los efectos especiales y medios disponibles. La razón la ignoro, sólo sé que Torchwood ha reseteado una vez más su maquinaria y hace falta pulir ciertos elementos para alcanzar el nivel de Children of Earth.
Eso sí, yo no me quejo porque el deseo de ver continuar las historias de este equipo durante muchos años es mayor que cualquier bache que pueda encontrar en el camino. Pero claro, queremos más Gwen, más personajes con carisma y, por supuesto, mucho más Jack Harkness en acción, que al fin y al cabo es el alma y corazón de Torchwood.
- Increiblemente, he conseguido escribir un post sin alabar la magnífica actuación de Lauren Ambrose como secundaria esta temporada. Arreglado.
- Las audiencias de la serie en Reino Unido se mantienen altas, como en la temporada anterior, pero las cifras en la cadena Starz (mayoritaria en aporte de presupuesto) no son tan buenas como cabría esperar. ¿Acabará Torchwood esta temporada?. Posiblemente si, en lo referente a Starz, pero personalmente apuesto que aunque se perdiera esto, la serie volvería a la BBC de alguna manera (aunque puede que sea más un deseo personal que una realidad).
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