Cuando uno siente lástima por personajes literarios encarnados en personas reales

Publicado el 28 abril 2020 por David Pérez Vega @DavidPerezVeg

Se expanden los rumores sobre la muerte del líder norcoreano Kim Jong-un y los leo con una extraña preocupación. Por supuesto, estoy convencido de que sería mejor para Korea del Norte convertirse en una democracia, pero siento lástima por Kim Jong-un. Hace años le convertí en uno de los dos protagonistas principales de mi novela “Los insignes” y estuve unas semanas recopilando información sobre él. En mi novela, Kim Jong-un era –además de él mismo, un dictador– un poeta que hablaba español y que contactaba con Ernesto Sánchez, un poeta madrileño, para hablar de poesía e intentar que reseñara en su blog literario su poemario, que había salido en Korea del Norte con una tirada inicial de 4 millones de ejemplares, se había convertido en lectura obligatoria en los colegios y había sido alabado por toda la crítica literaria del país. Pero Kim Jong-un, como buen artista, como buen poeta, quería más alabanzas. Por supuesto, siento simpatía por un personaje literario que yo mismo creé y no por el dictador real al que no conozco, pero uno también puede sentir pena por los personajes imaginarios que encarna en los reales, estoy descubriendo.