¡Entre 1 y 1,5 litros! La mayor parte de la materia prima son los gases que tragamos cuando hablamos o comemos. El aire ingerido va al estómago, aunque parte puede volver a salir por la boca en forma de eructo. El resto es absorbido por el organismo o sigue su viaje por el intestino, donde se junta con los gases pestilentes producidos por la acción de las bacterias sobre los alimentos. La ventosidad se acumula en el recto antes de ser despachada al exterior. De promedio, una persona puede llegar a expedir malos aires ocho veces al día, lo que significa un total de 2.900 pedos al año y unos 220.000 a lo largo de la vida.