Cuanto más sabes, más loca pareces.

Por Marperez @Mari__Soles

Este sábado, 7 de noviembre, tendrá lugar un hecho histórico en España para el que no sé si la mayoría de la gente que conozco está preparada. Por primera vez el feminismo ha conseguido ponerse de acuerdo y convocar una gran protesta contra lo que, en términos legales, se conoce como "violencia de género".

Tras el éxito de otra campaña similar que se organizó para protestar por los intentos del gobierno de legislar en contra de los derechos de las mujeres sobre sus cuerpos, sus vidas, su sexualidad y su reproducción, surgió la idea de organizar en serio algo que llevaba mucho tiempo siendo solo una utopía: conseguir movilizar masas en las calles, de forma unida y organizada, en un grito unánime contra el terrorismo machista.

Desde un principio, yo, que me he vuelto muy desconfiada precisamente porque hasta hace no mucho fui demasiado confiada, me mantuve en una posición de observadora. La experiencia (por desgracia) me enseñó que no hay que fiarse de los grupos que se forman para defender ideales e intereses políticos sin llevar a cabo ningún tipo de proceso de reclutamiento y selección organizados. En esos casos, al final, siempre pasa lo mismo: el remolino central acaba atrayendo a todo tipo de personajes y organizaciones. Y lo que, en un principio, parecía un éxito por el número de adeptas y adeptos, puede convertirse en fiasco al descubrir que la mayoría solo están ahí por otro tipo de intereses que nada tienen que ver con un serio compromiso con el objeto de la reivindicación principal.

Cuando se utilizan ciertos tipos de incentivos para conseguir in propósito pero no se establecen filtros adecuados para aplicarlos, puede suceder que la miel acabe atrayendo no solo a las moscas y hormiguitas que hacen número, sino también a los osos que nos buscan para devorarnos.

Me gustaría poder ver desde lejos a todas esas personas que sabían que Iris, Laura, y tantas otras, estaban pidiendo ayuda para que no las mataran. ¿Qué sienten esas trabajadoras sociales, esas psicólogas, esos y esas policías que atendieron a víctimas antes de ser asesinadas? ¿Qué piensan acerca de que los asesinos lo tuvieran tan fácil? ¿Qué opinan de esos "minutos de silencio" a los que se apuntan las mismas caras que permiten que maltratadores estén circulando libremente entre nosotras mientras las víctimas debemos vivir con miedo, huir, escondernos, y renunciar a todo, muchas veces para nada? ¿Qué les parece que esas mismas cabezas pensantes que buscan continuamente el voto del poder patriarcal defiendan, en su día a día, unas leyes de custodia compartida para usar a menores como armas a costa de su bienestar, y ahora estén infiltradas en la organización y publicidad del 7N?

A mí no me basta con el lema de una manifestación o la propaganda de un grupo para considerar formar parte de él. Los lemas, los eslóganes, las palabras en general, las banderas, los iconos... todo puede ser usurpado por quienes creen en lo contrario. En el caso de las reivindicaciones feministas, por desgracia, el tema de la violencia de género es, precisamente, el más dusceptible de ser boicoteado desde dentro, por la propia naturaleza del problema. Y también lo digo (como muchísima gente sabe) por experiencia.

El feminismo es un intento de corregir los desequilibrios que provoca el machismo tanto a nivel personal como social, y sus formas de equilibrar las diferencias (por ejemplo, recompensando esfuerzos), puede atraer a falsos feministas que solo buscan esos beneficios. Pero la violencia de género, esa epidemia contra la que se va a protestar este sábado, es la última expresión, la más radical, cobarde y peligrosa de todas las tácticas del machismo para perpetuar su poder. Por eso se debería tener muchísima más precaución a la hora de aceptar integrantes. No todo vale. Algunos rostros pueden estar ahí solo para figurar y ganar votos... o quién sabe si para algo más.

Hoy leí por ahí algún titular que venía a decir algo así como que el 7N estaba haciendo que las redes sociales ardieran contra la violencia de género. No es así. No nos equivoquemos. Es justo al revés. Son las redes sociales las que fabrican el 7N. Y, por si alguien no se ha dado cuenta, es en las redes sociales donde las bandas que promueven el terrorismo machista han encontrado la forma más fácil de infiltrarse entre quienes queremos justicia y respeto para las mujeres. Y lo están haciendo.

A veces es mejor ser precavidas que pecar de demasiado confiadas. Hay muchos lobos disfrazados de abuelitas... no seamos como Caperucita.