La Calle Toledo, por su forma de ser y espíritu, es una de las creadoras invisibles de Madrid. Una calle que sin aparecer entre las prioridades turísticas de la Villa, a uno le suele quedar la impresión de que siempre estuvo allí. Aportando en silencio. Sumado historias.
Quien sí que la supo valorar y alabar fue Benito Pérez Galdós. El escritor dijo de ella: "La calle de Toledo, arteria pletórica de vida, de sangre, de gracia, de alegría y, ¿por qué no decirlo?, de belleza, pues pienso que no hay calle en el mundo más bonita ni más pintoresca que esta de Toledo: calle sin igual por la gracia de los colores que tremolan en ella de punta a punta, por los tenderetes donde se vende de cuanto Dios crió, por la algarabía de los pregones y la cháchara del gentío parlero.
Sus comercios tradicionales, su colegiata de San Isidro, sus castizas fondas y tabernas...la Calle de Toledo es una de las arterías desde las cuales la Plaza Mayor bombea vida a todas horas. Una vía de doble sentido que termina en la Puerta de Toledo. Si la has recorrido de principio a fin, quizás sepas hacer un cálculo estimado de su longitud. Pero en caso de no haberlo hecho, te voy a confesar su medida exacta: La Calle de Toledo mide 1.008 metro s, es decir un poquito más de un kilómetro. Un tamaño considerable pero muy alejado de la Calle de Alcalá, la cual multiplica su longitud por diez.