La alimentación de sus hijos es una cuestión que preocupa mucho a los padres, ya que es importante que estén bien nutridos para tener una salud de hierro. Además, también hay, dentro de esta tema, un aspecto que hace dudar a los padres y hacerse preguntas y es que ¿cuánto tiempo necesita mi hijo para comer?
Lo cierto es que hay niños que comen muy deprisa motivados por acabar rápido y volver a sus juegos y, en cambio, hay otros que tardan mucho tiempo y que remolonean con el plato delante ante la desesperación de sus padres.
Y es que es por este motivo por lo que los padres suelen preocuparse, ya que ni es beneficioso que sus hijos engullan la comida ni tampoco que sean muy lentos y finalmente acaben por dejar la mitad de la comida en el plato.
Cada día es distinto para un niño al igual que para los adultos: habrá días que tengan mucha hambre y otros que no tengan hambre
De este modo, es cierto que los pequeños pasan por diferentes etapas de más o menos hambre, influidos también por cuestiones como el frio o el calor, que se encuentren enfermos, que hagan mucho deporte... Así, muchos de estos factores pueden hacer que el pequeño se encuentre más desganado o que en cambio tenga un hambre voraz.
Por todo ello, quizás es complicado fijar un tiempo para que coma, aunque podrían establecerse entre 40 minutos y una hora para comer un primer plato, segundo y un postre. Aún así, es algo aproximado y lo que sí tienen que tener claro los padres es que no pueden exigirles a los pequeños que tarden lo mismo que ellos en comer. Y es que se cometerá un error, ya que los niños necesitan masticar adecuadamente y un número de veces necesarias puesto que su sistema digestivo no es igual que el de un adulto. También cabe destacar que en muchas ocasiones, la vida acelerada de hoy en día, hace que los propios mayores no dediquen a comer el tiempo que deberían. Por ello, los padres tendrán que aprender antes ellos mismos, para luego enseñar a sus hijos.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que, en función de la dificultad de ingesta de dicho plato, el pequeño tardará más o menos. Y es que mientras que una sopa o crema de verduras se ingiere fácilmente, quizás un filete o unas croquetas, requiere mayor masticación. También, además de este aspecto, es importante valorar la cantidad de comida que se le pone al niño, ya que según los expertos deberá ser proporcional a la edad del niño y al tiempo que tarda en comer. Por eso, hay que ser coherentes y no atosigar a los pequeños para que coman mucho y además rápido. Lo adecuado es poner una cantidad razonable para que acabe con todo lo que hay en el plato y no poner más y que al final quede comida. Además hay muchos niños que, cuando ven demasiada comida, se agobian o bloquean.
A veces es útil fijar tiempos para comer
Aún así, y aunque es importante valorar estas cuestiones, en ocasiones, sobre todo para los pequeños que son muy lentos, le dan muchas vueltas a la comida, se entretienen... sí puede ser útil que los padres fijen unos tiempos. Así, pueden hacerlo mentalmente, estableciendo un tiempo para cada plato y cuando llegue el momento entonces comentarle que va demasiado despacio, que la comida se pone fría... darle razones para que el pequeño entienda que tiene que comer algo más deprisa o, también puede ser útil decirle que queda una hora para que empiecen sus dibujos animados preferidos, por ejemplo. Así, el niño tendrá un referente en cuanto a tiempo y comerá de forma adecuada.
En definitiva, nunca conviene atosigarles ni reñirles si son lentos o rápidos, ya que hay que valorar factores como que si hace mucho calor estarán desganados o, por ejemplo, que si se encuentran enfermos no tendrán apetito. Sin embargo, también será importante que los padres controlen en cierta manera el tiempo que tardan, ya que no es beneficioso ni que engullan ni que sean muy lentos y al final se cansen y no quieran comer más. Habrá que encontrar un punto intermedio.