Encontrar la portada adecuada para un libro es una de las tareas más arduas y difíciles dentro del proceso de edición. Idear una propuesta gráfica que sea atractiva y que le comunique al lector de qué trata el libro, a la vez que hace que éste destaque entre otros, no se logra gracias a un golpe de suerte. Generalmente es un trabajo que se hace en equipo y que responde a unos lineamientos originados en el departamento editorial (idealmente) o en el departamento de mercadeo (casi siempre).
Un buen diseño de portada puede no solo contribuir a que un libro se venda sino, reproducidos sus principios en la portada de cada título publicado, puede ayudar a crear una imagen de marca muy poderosa, tanto que esa imagen termine por ser la razón principal por la que se venda cada libro de la editorial.
Para el afamado diseñador Paul Rand “El diseño es una actividad personal, originada por el impulso creativo de un individuo.” Para Rand el diseño realizado de forma grupal o encargado por un comité representa todo lo contrario, es decir, diseñar en equipo o por encargo no solo priva al diseñador del placer de la autorrealización sino que, peor aún, puede llegar a interferir en su proceso creativo impidiéndole que cree o desarrolle sus ideas.
Según la visión de este afamado diseñador difícilmente se pueda crear un diseño (editorial) de calidad si no se dan unas condiciones óptimas para el trabajo creativo, unas condiciones distintas a la premura y a la exigencia de cumplir con pautas comerciales.
Quizás Rand, autor del famoso logo de IBM y autor de numerosos libros, tenga razón, y la creatividad, la originalidad y la calidad del diseño editorial solo se encuentren cuando el diseñador cuente con la suficiente libertad para crear. Ejemplos de ello pueden ser las portadas creadas de forma independiente por diseñadores como Mikey Burton y Alberto Hernández, que cuelgan sus trabajos en Internet.