Cuanto y porque vale la mirada del otro

Por Vero_loventine @loventine

Desde que somos niños la mirada del otro es la encargada de moldearnos el alma, a partir de lo que recibimos en primera instancia de nuestros padres a través de sus comentarios, gestos, consejos, correcciones, emociones, ejemplos, hábitos y toda conducta o hecho que esté relacionada con nosotros, los cuales van dando forma a lo que se conoce como autoestima, o en otras palabras la valoración que vamos generando sobre nosotros mismos.

Valoración que fundamentalmente se centra en rescatar aspectos externos como la belleza física; algunas más internas como las habilidades artísticas, deportivas, musicales, intelectuales o académicas, que son las que se suponen o consideran serán de utilidad para desenvolvernos en la vida; y casi nunca o muy escasamente los valores humanos o espirituales relacionados con la esencia de lo que somos como seres humanos.

Mientras lo que acabo de mencionar se refiere a que aspecto miramos, también importa y mucho como lo miramos, porque podemos mirar para bien (estimulando, promoviendo, amparando, conteniendo) o para mal (limitando, condicionando, imponiendo, inhibiendo).

La autoestima refleja las marcas que llevamos en la vida, algunos las exhiben como condecoraciones, otros como cicatrices por las heridas recibidas.

De allí que algunos tengan una autoestima muy alta, a veces exagerada por la hipertrofia con la cual fueron mirados, otros tienen una autoestima muy baja o ni la tienen por la dureza o hipotrofia con que lo hicieron.

Ello ocurre porque la mirada del otro está hecha desde su propia estructura y perspectiva mental la cual está sesgada de prejuicios, temores, errores, frustraciones, expectativas, tabúes, apariencias, el que dirán, imaginación, ilusiones, etc.

Si bien estas miradas comienzan en la familia luego damos lugar en nuestra vida a las que provienen de amigos, hermanos, pareja, profesores colegas, jefes o toda otra persona la cual consideremos como referente donde le otorguemos más crédito al valor de su mirada respecto a la que tenemos sobre nosotros mismos.

Hábito que hacemos extensivo en la vida virtual donde sin embargo lo importante resulta no de quien provengan sino desde donde, como y para que.