El carácter oportunista del jabalí le ha permitido explotar prácticamente todos los recursos disponibles, ya que aunque su dieta está formada básicamente por alimentos de origen vegetal, también incluye una importante fracción de alimentos de origen animal, sobre todo invertebrados, aunque puede comer anfibios, huevos e incluso carroña y por supuesto aprovecha a gran cantidad de desperdicios generados por nosotros, tanto en vertederos como en pueblos y ciudades.
Esta gran adaptabilidad, la escasez de depredadores naturales, la gran disponibilidad de alimento o los cambios drásticos en el hábitat son algunas de las causas que se han propuesto para explicar lo que es un hecho innegable, que las poblaciones de jabalíes, no solo en España sino en el resto de Europa, han experimentado un incremento muy notable en los últimos años.
Ante este incremento poblacional, la medida de gestión que se ha adoptado casi por unanimidad es la de incrementar el número de cacerías. Baste como ejemplo que solo en Asturias, en los últimos 15 años se han cazado más de 116.000 jabalíes (SADEI), pero a pesar de eso se estima que durante ese periodo su población ha pasado de 6000 ejemplares a 60.000.
¿Por qué aumenta la población de jabalíes?
Como ya he comentado antes, los jabalíes son animales oportunistas y muy adaptables, que han sabido aprovechar los recursos disponibles en un medio ambiente alterado como el actual y de esta forma han aumentado sus tasas de supervivencia y de reproducción. Algunos autores han apuntado que en un contexto de cambio climático como el actual, unas mayores temperaturas y una menor frecuencia de nevadas en algunas zonas, permiten a estos animales acceder más fácilmente al alimento durante el invierno, lo que tiene un efecto directo sobre su condición física y por lo tanto sobre su éxito reproductivo (Jedrzejewska et al. 1997).
Pero además de esto, los jabalíes responden rápidamente ante la presencia de recursos tróficos abundantes temporalmente, incrementando su éxito reproductivo y por tanto su tasa de crecimiento poblacional. Un ejemplo de este tipo de recursos que sufren variaciones anuales en su abundancia es la cosecha de algunos frutos, como por ejemplo las bellotas o los hayucos.
Esta capacidad de responder a los picos de alimento modificando sus estrategias vitales, unida a las condiciones ambientales actuales y a la transformación del hábitat, podrían explicar en gran parte porque los jabalíes están incrementando sus poblaciones exponencialmente en los últimos años. Pero hay otros factores que también están contribuyendo a ese aumento poblacional.
¿Puede ser la caza deportiva el antídoto contra el jabalí?
Como he comentado antes, la respuesta de la Administración ante el incremento poblacional del jabalí ha sido la de incrementar la presión cinégética sobre la especie. Aunque en un principio parece lógico que si se eliminan individuos de una población, esa población se reduzca, los datos confirman que está ocurriendo justo lo contrario, ya que a pesar del aumento de cacerías, la población de jabalíes sigue aumentando. Y no solo en España sino en todos los países de Europa en los que esta especie está presente.
Hemos visto que los jabalíes responden rápidamente a las condiciones ambientales y a la disponibilidad de alimento modificando sus estrategias vitales. Pero hay varios estudios que han confirmado que no solo el alimento puede afectar al adelanto de la edad de madurez, sino que al igual que ocurre en otros organismos, una intensa presión de depredación puede hacer que las hembras maduren antes y que además tanto el número de camadas, como el número de crías por camada, se incremente de igual forma.
Los patrones de supervivencia de las hembras de jabalí difieren de los observados en otros ungulados en los que también se presentan elevadas tasas de mortalidad natural. En un estudio realizado en una zona de Francia en la que había una presión cinegética muy elevada se confirmó que las altas tasas de mortalidad debidas a la caza eran responsables de que las hembras invirtieran muchos más recursos en la reproducción en detrimento de su propia supervivencia, de esta forma, las hembras adelantaban su edad de primera reproducción a costa de morir más jóvenes, lo que explicaba que a pesar del incremento del número de animales cazados cada año, la población siguiera aumentando (Toïgo et al., 2008)
Tanto en machos como en hembras, se observó que cuantos más animales se cazaban, más animales había al año siguiente, pero en el caso de las hembras, al invertir más recursos al adelantar la reproducción, la mortalidad era mayor, por lo que en la población la proporción de juveniles respecto a adultos resultó mayor en las hembras que en los machos. Cuando se compararon poblaciones sometidas a distinta presión cinegética, se observó que la contribución de las hembras juveniles a la reproducción era mucho mayor en las poblaciones en las que esa presión era más fuerte (Sabrina et al., 2009)
El efecto de la presión cinegética sobre el incremento de las poblaciones de jabalíes ha sido confirmado en otros países, como en Suecia o Alemania, y confirma que si se pretende gestionar esta especie es necesario adoptar una nueva estrategia, ya que la caza no solo no es efectiva sino que contribuye a agravar el problema.
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Referencias- Bieber C & Ruf T (2005) Population dynamics in wild boar Sus scrofa: ecology, elasticity of growth rate and implications for the management of pulsed resource consumers. Journal of Animal Ecology 42: 1203-1214. - Jedrzejewska B, Jedrzejewski W, Bunevich AN, Milkowski L & Krasinski A. (1997) Factors shaping population densities and increased rates of ungulates in Bialowieza Primeval Forest (Poland and Belarus) in the 19th and 20th centuries. Acta Theriologica 42, 399–451. - Sabrina S, Gaillard JM, Toígo C, Brandt S & Baubet E (2009) Pulsed resources and climate-induced variation in the reproductive traits of wild boar under high hunting pressure. Journal of Animal Ecology 78: 1278–1290- Toïgo C, Servanty S, Gaillard GM, Brandt S & Baubet E (2008) Disentangling Natural From Hunting Mortality in an Intensively Hunted Wild Boar Population. Journal of Wildlife Management 72(7):1532–1539