Este podría ser el típico alegato de todo lo que he aprendido en mis 40 años, una oda a mi bagaje en esta escuela que es la vida. Podría disertar sobre las circunstancias que me han llevado al aquí y al ahora. Pero no lo voy a hacer.
Claro que cuando mi cumpleaños se acercaba caí en la tentación de hacer balance, de llevar mi mirada hacia el pasado y realizar un ejercicio de retrospección, el cual, debo confesar me removió mucho. Aún así analizar el yo más profundo es un acto demasiado íntimo, razón por la cual se queda ahí, en mi intimidad.
No obstante a la par había una idea que me rondaba la mente, otra forma de analizarme, de verme a través de otra perspectiva. El Autoretrato.
Debo confesar que me da miedo. Cambiar las tornas. Exponerme. Ver lo que la lente tiene que decir de mi, me asusta bastante.
No soy una experta fotógrafa, probablemente no tenga los medios, y de seguro no tengo los conocimientos necesarios para afrontar un proyecto de este calibre. Pero aún así, la idea me atrae. Dejar plasmadas 40 visiones de mi misma. ¿por qué no?
No deja de ser otro ejercicio de autoconocimiento, ¿me gustará lo que veré? No lo sé. Probablemente no vayan a ser mis mejores fotos, pero si algo he aprendido es que los miedos están para afrontarlos.
Comienza pues un proyecto personal, el cual me asusta y me apasiona a partes iguales. Un proyecto que no pretende ser nominativo, sino que dejo abierto a quién le apetezca experimentar y acompañarme en este nuevo paseo. Te espero en #40yo_llap
Comienzo por el alma. La mirada.