Cuarta entrega de finales para usar en novelas y capítulos

Publicado el 20 octubre 2015 por Edvalroj
Terminar un libro o una novela nos ofrece una gran variedad de escenarios y momentos dignos de honor o de un rincón en el olvido. Ahora continuaremos con la serie de ideas para dar un agradable y original fin a nuestros textos.

Con esta entrada alcanzamos la cuarta entrega (vaya, como ha pasado el tiempo), pero si te perdiste alguna puedes echarles una mirada en los siguientes enlaces:

Primer grupo: Todo fue un sueño, Final ambiguo, Final ambiguo del clon, Anticlímax, Sorprendente momento de coronación, Bebé a bordo, Cliffhanger de los militares Bolivianos, Pero ahora debo irme.

Segundo grupo:  ¿Qué Cliffhanger?, El amanecer de una era, La batalla final, La muerte tranquila y lejana, Diabolus ex Machina.Tercer grupo: Protagonista condenado, Mátalos a todos, Muerte sin sentido, El chico malo gana, Todo el mundo está muerto soy el único con vida.


No te preocupes, pronto llegaremos... al final.

Final feliz

La idea de este final es que, tras una ardua aventura, enfrentar enemigos y atravesar un sinnúmero de dificultades, todo llega a su fin, su feliz final.

Creo que no debo explicar demasiado este tipo de terminación, pues es el que los lectores ansían obtener cuando abren el libro.En la serie dedica a Caiphas Caín, de Warhammer 40.ooo, La mano del traidor, encontramos este tipo de final.—Bien, entonces —repetí, volviéndome hacia mis amigos. A pesar del daño que había causado en nuestras tropas el luchar contra el culto del Caos, la vida en Skitterfall estaba volviendo a la normalidad, y sentí que tenía algo que celebrar—. Creo recordar que había un pequeño restaurante bastante agradable por aquí cerca. ¿Les apetece comprobar si todavía sigue en pie?

[En este momento de satisfacción personal termina el relato del incidente de Adumbria de Cain.] 

El fin de una era

El caso contrario al final El amanecer de una era. En este escenario los buenos tiempos han terminado, y no es porque los nuevos sean malos, simplemente ya pasaron y quedó en el recuerdo de los personajes.Sucede como cuando vivíamos en la fantasía y tranquilidad de nuestra niñez, donde no existían los problemas, explorábamos guiados por una curiosidad infantil todo a nuestro alrededor. Todo era tan nuevo.Pero esa época termino. Hemos crecido.Lo mismo sucede en este final, que bien puede llevar un tinte agridulce si lo deseamos.Lo encontramos claramente en El retorno del rey, el tercer libro de El Señor de los Anillos de Tolkien, cuando los elfos parten hacia otras tierras lejanas.
Entonces Elrond y Galadriel prosiguieron la marcha; la Tercera Edad había terminado, y los Días de los Anillos habían pasado para siempre, y así llegaba el fin de la historia y los cantos de aquellos tiempos. Y con ellos partían numerosos Elfos del Alto Linaje que ya no querían habitar en la TierraMedia; y entre ellos, colmado de una tristeza que era a la vez venturosa y sin amargura, cabalgaban Sam, y Frodo, y Bilbo; y los Elfos los honraban complacidos.

¡Termina de una vez por todas!

Un final que no debe usarse, a no ser que sea estrictamente necesario para complementar la trama, ya que pareciera como si el autor hubiese terminado demasiado rápido y añadiera más y más, aburriendo y frustrando al lector. Repito, debe existir una explicación racional para incluirlo, como un epílogo bien estructurado, un nuevo amanecer luego del caos. Nadie dice que está mal, simplemente se debe ser creativo.En este grupo, la trama y la secuencia de eventos indican que todo está a punto de terminar. Mentira. Hay más y más. Incluso, esta sensación de que "todo terminará ahora" puede repetirse en varias ocasiones causando molestia en los lectores.Muchas veces se incluye el lento y aburrido viaje de regreso a casa, tras haber superado las dificultades, pero ese proceso se alarga demasiado.En la literatura podemos encontrarlo, por ejemplo, en El resplandor, de Stephen King.  

Estaban todavía a más de treinta kilómetros de Sidewinder cuando Hallorann se detuvo para echar el resto de la gasolina en el depósito del vehículo. Se sentía muy preocupado por Wendy Torrance, que parecía cada vez más a punto de írseles. Y todavía faltaba un largo trecho por recorrer.—¡Dick! —gritó Danny, que se había erguido en el asiento, señalando hacia adelante—. ¡Dick mira!¡Mira allá!Había dejado de nevar, y una luna como una moneda de plata se asomaba a espiar entre las nubes deshilachadas. Por el camino, muy hacia abajo, pero viniendo hacia ellos, subiendo la larga serie de curvas en forma de S, venía una perlada hilera de luces. El viento se acalló durante un momento, y Hallorann distinguió el zumbido lejano de los motores de varios vehículos para la nieve.Hallorann, Danny y Wendy se encontraron con ellos quince minutos más tarde. Les traían ropa de abrigo, brandy y al doctor Edmonds.La larga oscuridad había terminado.
Como podemos leer, bien podría haber terminado la historia aquí, una vez el Hotel Overlook fue destruido. Sin embargo, aparece un nuevo capítulo/epílogo/verano.
También podemos verlo en El retorno del rey. El verdadero clímax aparece a finales del Libro III con la destrucción del anillo, o en el IV con el rescate de Frodo y Sam por las águilas (página 1097 de mi libro). Para Tolkien fue de importancia el viaje de regreso a casa y agrega una interminable secuencia de sucesos como separaciones y demás (Mi libro tiene un total de 1509 páginas)

El fin... ¿O no?

Un tipo de final en el que el villano, monstruo o cualquier amenaza de importancia para la historia queda en el limbo, creando dudas en los lectores sobre si los héroes han ganado o no.

Puede ser usado como el final de la novela con maestría, para que no haya cierta frustración, o como parte de una secuela o capítulo.En la serie Pesadillas de R. L Stine, cada libro termina de esta manera. Las ultimas líneas demuestran que algo anda mal y que algo sigue acechando a los personajes. La sensación de haber vencido es mera ilusión, que la persona que los ha salvado no es realmente ella, etc.


Dos muchachos, más o menos de la edad de Josh, bajaron de la camioneta por la parte de atrás. Sus padres también salieron del vehículo. Todos miraban la casa con curiosidad. No se fijaron en mí.—Ya hemos llegado, muchachos —dijo la mamá, sonriente—. Ésta es nuestra nueva casa.—No parece nada nueva. Parece viejísima —observó uno de los muchachos.Luego su hermano me vio y se le abrieron los ojos.—¿Quién eres tú? —preguntó.Los demás miembros de la familia se volvieron para mirarme.—¿Yo?… Yo… —Su pregunta me había tomado por sorpresa. Mi padre tocaba el claxon con impaciencia—. Yo… yo vivía antes en esta casa —respondí.Luego me di media vuelta y corrí a toda velocidad hacia el coche.«¿Quién era ese señor parado en la puerta de la vieja casa, con una libreta de notas en la mano?», me preguntaba. Pues creía haber visto, mientras corría, la figura de un hombre en la sombra. ¿Sería el señor Dawes?No. No era posible que fuera él quien recibiera a esa familia.No podía ser.Pero no miré hacia atrás para tratar de averiguarlo. Cerré la puerta del coche y partimos a toda velocidad.

El epílogo de la carta

Pues eso, terminar la novela con una narración en forma de carta, generalmente escrito por uno de los protagonistas o antagonistas. Sirve como una forma de explicar qué ha sucedido, donde están hoy en día o en qué ha cambiado todo.

Varias novelas de Agatha Christie terminan de esta manera, con una carta por lo general del asesino, en la que explica los acontecimientos desde su perspectiva.Para ver un ejemplo, plasmo el final de Diez Negritos.

Pasará lo siguiente: Mi mano, protegida por el pañuelo, habiendo apretado el gatillo, caerá sobre mi cuerpo. El revólver lanzado por el cordón elástico saltará hasta el pasillo y el pañuelo en el suelo no despertará sospechas. Me verán tumbado en la cama con una bala en la cabeza, lo mismo que dicen las notas de mis compañeros. Cuando descubran nuestros cadáveres será imposible determinar la hora de nuestra muerte. Cuando se calme la marejada, vendrán en nuestro socorro. Encontrarán sobre la isla del Negro diez cadáveres y un problema indescifrable.                                                                                                                                                                         LAURENCE WARGRAVE 

Aburrido regreso a casa

En muchas historias, y más si hablamos de fantasía y ciencia ficción, los protagonistas deben hacer largos y complicados viajes a tierras lejanas para lograr su cometido. Esta travesía a menudo es difícil y complicada (al fin y al cabo, el viaje es lo que da forma a la trama). A pesar de todo, cuando vuelven a sus hogares el asunto se torna mucho más fácil. De hecho, la historia los muestra en sus casas sin mostrar el viaje de regreso.

Una de las razones por la que se recurre a este final, es para evitar ¡Termina de una vez por todas! final que vimos hace un momento, en el que la trama se alarga en exceso luego de vencer al villano.En conclusión, si el viaje de ida fue difícil, el viaje de regreso es fácil y no vale la pena perderse en sus detalles. Sin importar que queden cabos sueltos y personajes en el camino.

En Harry Potter la piedra filosofal, los muchachos se tardan su tiempo abriéndose paso a través de peligrosos obstáculos que custodiaban la piedra filosofal. Para ahorrarse el viaje de regreso... Harry estuvo inconsciente, fácil. 
Harry se puso de pie de un salto, cogió a Quirrell de un brazo y lo apretó con fuerza. Quirrell gritó y trató de empujar a Harry. El dolor de cabeza de éste aumentaba y el muchacho no podía ver, solamente podía oír los terribles gemidos de Quirrell y los aullidos de Voldemort: ¡MÁTALO! ¡MÁTALO!, y otras voces, tal vez sólo en su cabeza, gritando: «¡Harry! ¡Harry!». Sintió que el brazo de Quirrell se iba soltando, supo que estaba perdido, sintió que todo se oscurecía y que caía... caía... caía... Algo dorado brillaba justo encima de él. ¡La snitch! Trató de atraparla, pero sus brazos eran muy pesados. Pestañeé. No era la snitch. Eran un par de gafas. Qué raro. Pestañeó otra vez. El rostro sonriente de Albus Dumbledore se agitaba ante él.—Buenas tardes, Harry —dijo Dumbledore. Harry lo miró asombrado. Entonces recordó. —¡Señor! ¡La Piedra! ¡Era Quirrell! ¡Él tiene la Piedra! Señor, rápido... —Cálmate, qúerido muchacho, estás un poco atrasado —dijo Dumbledore—. Quirrell no tiene la Piedra. —¿Entonces quién la tiene? Señor, yo... —Harry, por favor, cálmate, o la señora Pomfrey me echará de aquí

Listo, hasta aquí esta cuarta entrega de posibles finales para sus libros o para un simple capítulo en que estén trabajando. Aún nos falta un largo camino por recorrer pero espero que les sea de utilidad. Si desean que no continúe con esta entrada, con mucho gusto pueden hacérmelo saber. De resto solo me queda decirles... buen final.