CUATRO DAMAS.
Habiendo estado de ambos lados de la mesa –política y periodismo- puedo decir que el trato de la prensa a los políticos no es sino el estruendo cotidiano de una batalla campal por el control de la agenda política.
La agenda lo es todo. En la era de la realidad virtual, quien se apodera de la agenda controla la imaginación de la gente y, con ella, el poder. Y se apodera de la agenda el que tiene la información.
La divulgación de la información es el negocio de la prensa. El velamiento de la información es el negocio de la política. Pero el negocio de ambos es la administración de la información.
Cuando los políticos dialogan a puerta cerrada, la prensa pierde el control de la información y, por tanto, de la agenda.
La tinta negra que diariamente vierte la prensa –aquí y en las antípodas- sobre políticos, partidos y parlamentos no es, pues, desinteresada como los periodistas pretenden. Y ellos lo saben muy bien. Jamás lo reconocen, sin embargo. En ese secreto está todo el negocio y la magia del oficio.
Pero los periodistas no poseen el alto terreno moral que dicen defender, desde el cual lanzan el aceite hirviente. La suya no es más que otra lucha de poder.
El político finge diariamente que la prensa es una matrona honrada, ante quien debe hacer reverencias. La prensa, que lo sabe, corresponde la deferencia con desprecio.
Según ella, políticos, partidos y parlamentos son tres señoritas de la calle, de reputación arruinada. Y su negocio es decírselo todos los días en su cara.
No obstante, son cuatro las damas en realidad.
FUENTE: BLOG DE JORGE MORELLI. http://www.expreso.com.pe/blogs/jorge-morelli