Llega a Londres sin tener claro qué va a hacer con el resto de su vida. Quiere ser una persona diferente... y decide irse de un bar con un extraño, que resulta ser Sergei Petrov, “el chico malo del ballet”, el bailarín con más talento desde Baryshnikov.
Gracias a él, conoce al misterioso Vadim, un hombre que no duda en expresar a los cuatro vientos un odio irracional hacia todos los periodistas del planeta y que mantiene una férrea protección en torno a Sergei.
Tratando de ocultarle a Vadim lo que hasta hace unos meses fue su ocupación, Marianne se deja llevar por la atracción que los une y empieza a descubrir que la pasión no es un sustituto del amor, pero puede ser una puerta para dejar entrar sentimientos que prácticamente había olvidado.