Revista Opinión

Cuba, China y Venezuela. Por qué soy comunista

Publicado el 16 noviembre 2012 por Romanas

Cuba, China y Venezuela. Por qué soy comunista.  Imperativo categórico marxista: a la sociedad, a los demás, todo,según toda tu capacidad; de la sociedad, lo necesario para satisfacer todas tus necesidades.  Es la jodida, la puñetera igualdad, ésa que tanto molesta a nuestro registrador y a todos sus seguidores, porque ¿cómo se debe tolerar que él, el hijo del presidente de la Audiencia Provincial de Pontevedra, sea igual que el hijo de la portera de su casa, ésa que limpia, todos días las jodidas escalera de su casa?  Él tenía que ser algo así como diez mil, cien mil, un millón de veces mejor que el jodido hijo de la portera, porque si no, ¿qué sentido tiene el puñetero esfuerzo humano?  Andad, jodidos comunistas, cogerme esta puñetera mosca por el rabo.  Yo no sé lo que sería el padre o sea el marido o lo que fuera de la madre del hijo de la portera de la casa de los Rajoy, lo que sí que está claro, es absolutamente evidente, que no era presidente de ningún otro alto tribunal, de modo que no era igual que el puñetero Rajoy de ninguna manera, ¿dónde está el jodido argumento que demuestre que el hijo de la portera había de tener los mismos derechos que el de los Rajoy, que además, se llamaban también Brey? ¿Es que ser albañil o carpintero, yo qué sé, es lo mismo que ser presidente de la Audiencia? ¿Dónde coño está ese sentimiento de la justicia de que tanto nos hablara el viejo y jodido Ulpiano, dónde coño, sí, estaba lo suyo, en cada caso, para dárselo a cada uno de ellos? ¿Es lo mismo, personalmente, coño, estudiar como un burro todos, absolutamente todos los puñeteros años de tu puta vida, sin domingos ni festivos, sin ir un rato siquiera a meterle mano a la novia, Rajoy, el pobre, sólo se casó a los 40 y pico de años y eso porque lo empujó decisivamente el mismo Fraga, sin más aliciente que fumarse un puro, seguramente entonces un jodido farias, cada 2 horas de durísimo estudio, que asistir de aprendiz de cualquier oficio, sin sueldo al principio, desde luego, a una puta fábrica, colaborando así a que se enriqueciera el hermano del padre de Rajoy o un hijo del puñetero Fraga que no quiso estudiar, es la misma presión sobre el sistema nervioso, el mismo esfuerzo intelecutal, que jugar a hacer fabriquitas, con toda la pandilla de amigos?   Ni siquiera es lo mismo socialmente, porque, si no hubiera gente que se esforzara al máximo, como el padre de Rajoy para estudiar horas y horas, días y días, meses y meses, años y años, en invierno y en verano, de día y de noche, enfermo o sano, luego, no habría excelentes magistrados duchos en la ciencia del Derecho, que arreglaran los litigios entre las porteras y los albañiles, los carpinteros y sus patronos, entonces, coño, ¿de qué se quejan?  El padre de Rajoy, estoy absolutamente seguro, se dejó no sólo la vista sino también el alma luchando en aquellas larguísimas noches de invierno y verano para dominar el Derecho y ser, luego, mucho más útil a la sociedad que el padre del hijo de la portera de la casa de los Rajoy, ¿sería, pues, justo que, luego, ganaran lo mismo, fueran lo mismo, tuvieran la misma consideración social?  A todo esto es a lo que se referiría, luego, Rajoy, hijo del presidente de la Audiencia de Pontevedra en sus 2 celebérrimos artículos en El Faro de Vigo, y, a fuer, que no le faltaba ninguna clase de razón cuando afirmó, con toda la rotundidad de la que es capaz, que la igualdad no sólo no existía nunca en el mundo ni en la naturaleza sino que también sería inmensamente injusto que la hubiera. Frente a esto, ¿qué puede decir un tipo que comenzó aquel larguísimo bachiller de los 7 años, con examen de Estado además, porque su maestro de 1ª enseñanza le consiguió una beca  del Ayuntamiento que incluso le pagaba los viajes a la capital de la provincia a examinarse porque entonces el jodido bachiller no podía examinarse en los pueblos, que en sólo 3 años hizo los 7 cursos el jodido Estado y ganó por oposición una beca para estudiar Derecho y lo estudió mientras su hermano picaba piedra en los jodidos canales del Taivilla, pero que, cuando terminó la carrera, no puedo encerrarse en una buena habitación a estudiar 10 o 12 horas la maravillosa oposición a registrador que ahora le permite a Rajoy no sólo ser presidente del gobierno de su país sino haberse dedicado toda su vida a la política para conseguirlo, sin dejar un sólo instante de ser registrador ni más ni menos que de Santapola, uno de los mejores registros de la propiedad de España, con los emolumentos correspondientes, sino que tuvo que preparar en poco más de una semana la de oficiales administrativos de la Telefónica porque tenía que comer por lo menos 3 veces al día y para eso no existían becas?  Ahí, precisamente ahí, está la diferencia, si yo, en lugar de vivir en España, lo hubiera hecho en Cuba, hubiera podido hacerle la competencia, en igualdad absoluta de condiciones, a uno de los Rajoy y ahora ser lo mismo que él, incluso presidente del gobierno, a esto es a lo que se refería el gran Ulpiano cuando dijo aquello de que la justicia era dar a cada uno lo suyo, y lo mío, si hubiera habido justicia social en España, hubiera sido una habitación como aquella en la que Rajoy preparó sus oposiciones, las que él quiso, con todo lo necesario para ello. Pero España no era Cuba, nunca lo ha sido, nunca lo será, por eso no tenemos una de las mejores enseñanzas del mundo y una de las mejores sanidades, porque no es cierto, no, coño, no, que la igualdad desmotive a la gente frente al esfuerzo, yo creo que sucede todo lo contrario, que si tú te sabes protegido en igualdad de condiciones por tu país, por tu Estado, te esfuerzas porque el gasto que éste realiza en tu formación no se desperdicie.  Pero ya voy por la línea 14 de la página 3ª, y ya está bien de rollo. Mañana, si tengo fuerzas, continuaré.


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