Símbolo de la Revolución (por Esther Mucientes | Luis Núñez , en “El Mundo”, 26/11/2016)«Puesto que usted ha decidido que nuestra suerte está echada, tengo el placer de despedirme como los gladiadores romanos que iban a combatir en el circo: Salve, César, los que van a morir te saludan», proclamó Fidel Castro a su mayor enemigo, EEUU. Podría ser la carta de despedida de probablemente el hombre que más odios y pasiones ha levantado en la Historia contemporánea. Y es que Fidel Alejandro Castro Ruz no dejó nunca indiferente a nadie. Una imaginaria línea divisoria separó su vida en dos épocas. La primera, la del Fidel de origen español —su padre era gallego— que llegó al mundo el 13 agosto de 1926 en el poblado de Birán, en Mayarí, y que años más tarde se convertiría en un peculiar estudiante que se saltaba las clases, pero que llegó a matricularse hasta de tres carreras. Y una segunda marcada por su ideología política y que le llevó a convertirse en 1959 en el líder de la Revolución que liberó a Cuba de la dictadura de Fulgencio Batista.Es esta segunda donde comienza la transformación del hombre en mito. El golpe de Estado de Batista el 2 de junio de 1952 provocó la desazón de Castro y le llevó a maquinar, junto a un grupo de jóvenes de la Juventud del Partido Ortodoxo, el que tiempo después se convertiría en el fallido asalto al cuartel de Moncada. «Compañeros: podrán vencer dentro de unas horas o ser vencidos; pero de todas maneras, ¡óiganlo bien, compañeros!, de todas maneras el movimiento triunfará». No triunfó y fue un fracaso absoluto. Fidel fue arrestado, juzgado y sentenciado a 15 años de prisión, que se quedarían en 22 meses entre rejas gracias a la amnistía de mayo de 1955. Pero, mientras otros hubieran dado por perdido su
¡Ay, EEUU! Su archienemigo, su obsesión, su objetivo y su perdición. Fue la primera Ley de la Reforma Agraria, que afectó seriamente a intereses estadounidenses logrados durante el gobierno de Batista, lo que provocó el primer choque entre Fidel y el «país imperialista». Después vendrían la invasión de Bahía de Cochinos, la crisis de los misiles, el embargo a la isla, el espionaje, los recelos…Cuba dejó de ser la misma. Ahogada por el bloqueo impuesto por EEUU, la imagen de Fidel Castro y su proyecto comunista empezó a resquebrajarse. La comunidad internacional empezaba a darle de lado y la postura estadounidense cada vez ganaba más
Con el soviético (ucraniano) Nikita Jrushchov
porque aunque en los últimos tiempos ha parecido que Raúl Castro era quien mandaba, ha quedado claro que el dictado era de Fidel. Se podrá estar de acuerdo o disentir de este descendiente de gallegos que se ha ido para siempre, pero lo que resulta indiscutible es que se ha tratado de un gobernante con voluntad de hierro e inteligencia excepcional, que ha venido sabiendo capear las mayores dificultades. Ni hay que alegrarse por la desaparición de la figura ni hay que lamentarlo. Más bien un ponderado análisis de su larga trayectoria podrá desvelarnos cómo su ansia de verdad y mejora se topó con el reaccionarismo ultracapitalista apadrinado por los EE.UU., esos