Muchas cosas de forma simultánea suceden en Cuba, entre la resistencia al bloqueo de Estados Unidos, la 29 edición de la Feria Internacional del Libro de La Habana 2020; se celebran los congresos a niveles Provincial de la Unión de Jóvenes Comunistas que constituye la base del Partido Comunista de Cuba que también realiza sus congresos o también llamados balances con su militancia. Sin embargo no todo se ve tan sencillo desde el punto de vista político, la dirigencia de ambas instituciones políticas dista muchísimo a esos niveles de lo que necesita el país y su militancia. Dirigentes que no tiene propuestas de soluciones, dirigentes incapaces de movilizar a la base, dirigentes que prefieren estar en constantes reuniones y no en la solución o en aportar a las soluciones de problemas económicos del país, que bastante serios son. También ya se cuestiona el sistema electoral de ambas organizaciones, cuestión que también fue duramente criticada por el pueblo en la discusión de la Constitución aprobada en abril de año pasado, se cuestiona la ya existencia de las propuestas, muchas veces de personas que no son conocidos por la militancia y que terminan siendo electos. Lo peor es que se le hace crear a la gente, incluso internacionalmente y lo que nadie sabe es que todo lo que aprueba el Parlamento lo aprueban primero los miembros del Buró Político del Partido Comunista de Cuba y si no da luz verde ni siquiera llega al Parlamento.
La elección del Primer Ministro el pasado año y quien fue electo no fue casualidad, Manuel Marrero trabajó para el Secretario del Partido Raúl Castro cuando esté fue Ministro de las FAR y sabe muy bien lo que debe hacer desde el gobierno y su puesto. La dirigencia política cubana tiene esa característica, se imponen, se eligen según le convenga al sistema, un proceso que no tiene fin.