Escritora. Es becaria de investigación de la Fundación Phillips.En estos meses, La Habana es una creciente ola de calor: tan abrasador, el sol tan penetrante que puede afectar tu noción de realidad. Te tienta a rendirte. Te hace coquetear con la locura. Los rostros de dolor a tu alrededor están cubiertos de un sudor mugriento, una bruma de sufrimiento en la mirada. Por todos lados las mujeres se abanican, acaso con un objeto refinado, comprado en una tienda, pero con más frecuencia con un simple pedazo de cartón.Adentro, el calor se irradia desde cada superficie, la temperatura se eleva mientras el sopor cala profundo en las paredes de
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