Llegamos a Santiago con un vuelo retrasado de más de dos horas desde La Habana. Son las 23,30 horas y en la calle principal de la ciudad suena la música a toda pastilla.
Buscamos el alojamiento particular “El Holandés”, una bella antigua casa colonial donde se pueden alojar turistas. Sólo dispone de cuatro habitaciones y un gran patio. Nos encanta la amplitud de la casa y el recibimiento amable de los hermanos que la regentan pero en especial del Sr. Luis Eduardo Halley. Al preguntarle el porqué del nombre de la casa, me explica que son de descendencia holandesa. Tienen los ojos azules y de piel clara pero de rasgos son cubanos.
Dejamos las mochilas descansar y nos vamos a curiosear por la Casa de la Trova que se encuentra justo en la misma calle. Aquí suena música en directo a todas horas día y noche pero a decir verdad, el ambiente es un poco soso en el sentido que no se ve gente bailar, todos sentaditos en sus sillas y da la sensación que es más para turistas. Así que cuando finaliza la canción, nos acercamos a otro local llamado Patio Artex donde se encuentra tocando la Orquesta Tívoli, llamados así debido al conocido barrio de Santiago, el Tívoli, famoso porque aquí se formaron muchos grupos de música.
Por la mañana al desayunar en el patio, vemos todo un despliegue de mujeres limpiando el arroz, pelando patatas, lavando y tendiendo la ropa, preparando desayunos, cocinando y nos dan los buenos días. Pregunto al Sr. Halley si están aquí trabajando, me responde que sí con esa mirada azul tan especial y me comenta que trabajan en la casa y duermen también en ella.
Nos adentramos en el patio interior donde se encuentran bailando los cubanos y cubanas como bien saben hacer. La orquesta, al fondo, ameniza la velada. Nos pedimos dos mojitos para animarnos, hablamos con la gente que es muy agradable, nos invitan a bailar, uf… ¡que vergüenza! Pero es imposible no bailar, la música hace que una saque sus posaderas del asiento y se deje llevar por el ritmo de la música: salsa, conga, percusión…
Al terminar el concierto compramos un cd y nos firman los siete músicos, todos uno a uno con una cariñosa dedicatoria. Somos los únicos turistas del local… ¡empezamos con buen pie la noche!
….. Santiago se encuentra a los pies de la espectacular Sierra Maestra. Visitamos los alrededores. Primero nos acercamos con un taxista a la Basílica del Cobre que se encuentra en una bella colina a unos veinte kilómetros de la ciudad. La Virgen del Cobre es la patrona de Cuba y es la que más devoción despierta entre los cubanos.
Debe su nombre a las minas que se encuentran en la misma zona y que fue utilizada hasta el año 2000. Los que trabajaban en las minas ahora intentan ganarse la vida vendiendo piedras de calcopirita y unas pequeñas réplicas de la Virgen, también hay vendedores que ofrecen coronas de flores para ofrendar a la Virgen.
Emprendemos camino hacia el Castillo de San Pedro de Morro, a 10 kilometros de la ciudad. El fuerte es Patrimonio de la Humanidad desde 1997. El patio central se utilizaba para las actividades del día a día, desde aquí se accede a la capilla, los barracones, el puesto militar y las habitaciones subterráneas. Dentro del castillo se encuentra el Museo de la Piratería pero lo que deslumbra en realidad son las magníficas vistas desde las atalayas.