#334
Cucharón de bambú, cuenco de granito.
Corteza de hielo sobre el entintado embalse.
La luna resplandece en el cuenco
Hasta que la plenitud se escurre.
Algunas personas son como cucharones. No importa qué traten de recoger, termina escurriéndoseles otra vez. Para ese tipo de personas es extremadamente difícil acumular algo en la vida.
Si tú eres como un cucharón, aún mayor razón para concentrarte en los recursos que tienes. La pobreza de cualquier clase no necesita ser un elemento disuasivo si sabes cómo utilizar la riqueza que posees. Debes abrazar tu destino, trabajar con él, y aprovecharlo.
En última instancia, no podemos asir realmente nada de forma permanente en la vida. Nacemos desnudos, morimos desnudos, y a decir verdad vivimos desnudos. A lo que le tomamos gusto –nuestra ropa, nuestra riqueza, nuestras relaciones- es todo externo a nosotros. Nos es fácilmente arrebatado por una golpiza del destino.
Tratamos de internalizar nuestras experiencias y nuestro entendimiento. Incluso eso podemos perderlo por estrés, senilidad, una memoria pobre, pensamiento desorganizado, drogas o un shock. Verdaderamente, todos somos cucharones. Lo poco que la vida nos ofrece gotea escurríendose.
Quizás incluso la más pobre de las situaciones es rica, porque toda la futilidad de la vida nos lleva a abrazar el Tao. Después de todo, es mayor que todos los infinitos y más sutil que la menor de las briznas. Sentirlo requiere de gran fortaleza. Notarlo requiere de la delicadeza de una libélula. Cuando te canses de aferrarte a la vida, encontrarás los medios para entrar en el Tao.
La meditación de hoy para el hemisferio norte es la #151, RealidadVía: VivirTao