Las Casas Colgadas
Hace unas semanitas, concretamente el viernes 16 de marzo allá sobre las seis y media de la tarde, cuando estábamos toda la familia en el coche hablando de ir a mirar unas cositas al decathlon y luego llevar a los nenes al Mc. Donalds a merendar, de repente mi marido me dijo: - ¿Y si nos vamos a Cuenca?Nuestra amiga N. se marchaba con su familia a pasar el puente de San José en la localidad manchega. Así que después de quedarme ojiplática por la propuesta, algunos peros por mi parte, llamadas telefónicas y argumentos varios decidimos que sí, que nos acoplábamos. Nos íbamos de finde con nuestros amigos.
La verdad es que me apetecía muchísimo y sabía que lo pasaríamos genial pero con estas escapadas sorpresa siempre me agobio un poco por todo lo que hay que preparar, las reservas, etc. Total, que llevamos a los niños a merendar rapidito, rapidito (que lo prometido es deuda...) y corriendo para casa a organizarlo todo un poquito.
Lo primero era encontrar un alojamiento, algo que nos costó bastante. No se que ocurrió, pero al parecer todo el mundo había tenido la misma idea y nos resultó imposible encontrar un lugar donde dormir el sábado en todo Cuenca. Reservamos una habitación en el mismo hotel que nuestros amigos, en el hotel Cueva del Fraile, pero para el domingo, el sábado era imposible. Al final, cuando yo estaba al borde del ataque porque ya me veía durmiendo con los niños en el coche, encontramos un apartamento en el alojamiento rural La Torre, en Mariana, a unos 12 km. de Cuenca. Entonces respiré.
El convento de San Pablo visto desde el casco histórico de Cuenca.
A mi me pone muy nerviosa salir de improviso cuando no se dónde vamos a dormir. Me ocurre desde que tengo a los peques. Es lo único que me altera a la hora de salir de vacaciones. Una vez que tengo controlado donde nos hospedaremos ya sé que todo irá sobre ruedas. Y que conste que no es porque necesite un gran hotel. A mi realmente me da lo mismo un hotel, una casa rural, un camping... la cuestión es saber que tengo controlado un lugar donde descansar. Manías mías y de mi gen de mare patiora.
Así que una vez que tuvimos los alojamientos preparé las maletas y nos acostamos dispuestos a realizar esta escapada. Bueno, al papi lo acosté antes porque él es quien conduce. así que lo mandé bien pronto a la cama para que estuviera descansado. Habíamos quedado sobre las seis y media de la mañana.
Ya os he contado otras veces que nos encanta salir de madrugada porque así los peques van durmiendo gran parte del viaje y se les hace menos pesado todo. Sobre las siete de la mañana estábamos todos ya en ruta. El trayecto fue bastante cómodo ya que la mayor parte es autovía y Carla estuvo durmiendo todo el tiempo. Se despertó cuando paramos en un área de servicio ya a tan solo una hora y algo de Cuenca.
Fuimos directamente al hotel de ellos para que se registraran y dejar todas las maletas. Nosotros quedamos con el dueño del apartamento en que llegaríamos allí sobre las ocho de la tarde para recoger la llave. De este modo podíamos aprovechar el día para ver cosas sin prisa.
Paseo del Huécar con los árboles en flor.
Sobre la una del medio día estábamos aparcando los coches en Cuenca. Decidimos que mejor comíamos ya, de modo que tuviéramos toda la tarde para conocer la zona turística de Cuenca. Entramos en el Mesón Darling, ya que habíamos leído algunas buenas criticas sobre su calidad y el precio. Viendo la carta pensamos que sería interesante probar los platos típicos y pedimos, entre otras cosas, ajoarriero, morteruelo, gazpacho de pastor y zarajos. A mi lo que más me gustó fue el ajoarriero y lo que menos los zarajos, que son tripas de cordero fritas. Yo es que no soy muy amante de la casquería, pero hay que probarlo todo. Para que no me lo cuenten...
Cerro del Sagrado Corazón
Cuando terminamos comenzamos nuestro recorrido por las calles de Cuenca. Fuimos caminando junto al río Huécar hacia el puente de San Pablo y las famosas Casas Colgadas. De camino nos encontramos un kiosco de la oficina de turismo donde nos dieron unos planos de la ciudad (ya sabéis que a Marco le encantan) y nos indicaron por dónde teníamos que ir para visitar el nacimiento del río Cuervo y la Ciudad Encantada. Teníamos pensado ir al día siguiente.
Paseo del Huécar
Subimos hacia el Convento de San Pablo, el actual Parador Nacional de Turismo de Cuenca, dónde comienza uno de los extremos del puente de San Pablo y desde el cual hay unas perfectas vistas de las Casas Colgadas.
Convento de San Pablo
"Convento de San Pablo: Impresionante edificio, levantado a partir de 1523, para convento de dominicos, aprovechando la estructura rocosa de la hoz. La iglesia, magnífica, es de estilo gótico decadente y la portada de transición del barroco al rococó. El complejo conventual, muy deteriorado con el paso de los años, es de una gran diversidad, destancando el claustro y un par de hermosas salas. El edificio ha sido restaurado para Parador Nacional de Turismo. (Vía: http://turismo.cuenca.es)"
El puente de San Pablo
"Puente de San Pablo: Edificado en piedra a mediados del siglo XVI, estaba formado por cinco arcos apoyados en pilares muy toscos, en forma de torres, de las que aún quedan en pie algunos restos. Desde el XVIII fue sufriendo un proceso de ruina que concluyó con su derribo total a finales del XIX. En 1902 se levantó la actual pasarela, el más significativo ejemplo existente en Cuenca de la arquitectura del hierro propia de la época. Tiene una altura aproximadamente de 60 metros. (Vía: http://turismo.cuenca.es)"
Las Casas Colgadas
"Casas Colgadas: Toda la fachada de la hoz del Huécar tuvo casas colgadas., pero hoy sólo se conservan estas tres, muy restauradas a comienzos de este siglo. Son edificios de origen gótico popular: se conservan algunos elementos originales en la parte que sirve de Museo. (Vía: http://turismo.cuenca.es)"
Cruzamos por el altísimo puente y nos hicimos unas cuantas fotos. Ascendimos hacia las Casas Colgadas y entramos en la zona del casco antiguo de Cuenca. Paseando por sus estrechas callejuelas nos fuimos acercando hasta la Plaza de la Catedral. No entramos dentro, solo la vimos desde la plaza. Tiene una fachada enoooorme. Se puede visitar y dentro alberga parte del Tesoro Catedralicio. La entrada cuesta unos 3€.
La catedral
"La Catedral: El más notable monumento conquense se empezó a construir a finales del siglo XII, pero su núcleo fundamental tomó forma en el XIII; en el XIV se levantaron las naves que van desde el crucero hasta la fachada; la girola se transformó en el XVI para adaptar su estructura original a las nuevas concepciones estéticas. De esta época fue también su primera fachada, sustituída en el siglo XVIII por otra que fue preciso derruir a comienzos del XX. Durante los últimos lustros se vienen realizando periódicas obras que, en definitiva, tienen el aspecto inconcluso que ofrecen en la actualidad. (Vía: http://turismo.cuenca.es)"
Seguimos ascendiendo por las calles, que son empinaditas, hacia el castillo. La chica de la oficina de turismo nos había dicho que desde lo alto de las pocas ruinas que quedan del castillo hay una de las mejores vistas de Cuenca. Esa es la parte más estrecha de la ciudad y pueden verse al mismo tiempo las dos Hoces, la del río Huécar y la del río Júcar. Así que poco a poco nos fuimos acercando al castillo. Durante el paseo íbamos viendo las casas antiguas, las vistas de las Hoces, de Cuenca y de las montañas, las distintas iglesias y monasterios...
La Hoz del Huécar con el puente y el convento de San Pablo.
Del castillo tan solo queda los restos de un trozo de la muralla y la puerta de entrada. Subimos a lo alto de esa muralla, agarrando muy bien a los peques, y pudimos ver las hermosas vistas de las que nos habían hablado.
Cuenca, con su casco histórico, vista desde el Castillo.
"El Castillo: Practicamente nada queda de la antigua muralla árabe y poco de lo que fue inexpuganble fortaleza cristiana, cuya última edificación corresponde a la época de Felipe II. Se conservan algunos fragmentos de la muralla, dos cubos magníficos y el bello arco de la puerta de entrada, el arco de Bezudo. (Vía: http://turismo.cuenca.es)"Por cierto, desde allí, si os fijáis bien en los cerros que flanquean la Hoz del Júcar podréis encontrar que unos enormes ojos os vigilan desde la montaña.
Esos ojos...
Emprendimos el descenso hacia el coche paseando por otras calles. De este modo pudimos ver otras cosas, cómo un curioso Cristo Crucificado realizado en metal que estaba colgado en la fachada de una casa.
Una vez llegamos cerca de la Diputación, dónde habíamos aparcado, decidimos tomarnos un cafelito en una de las terrazas de la zona. Allí charlamos, nos reímos y planificamos lo que haríamos al día siguiente mientras papi se fue al supermercado a comprar algo para cenar. El apartamento donde nos alojaríamos tenía cocina y no sabíamos si habría algún restaurante así que más vale prevenir que curar. Y menos mal porque al final llegamos a Mariana de noche y no vimos ningún bar ni ningún restaurante.
El apartamento estaba bastante bien, lo malo que no tienen ascensor y había que subir dos plantas por las escaleras. Había salón, cocina, baño y dos dormitorios. Algo caro para mi gusto con relación a otros sitios en los que hemos estado. Subí únicamente lo necesario ya que tan solo nos quedábamos una noche. Cenita, ducha, revisión de fotos (no lo puedo evitar) y a dormir que al día siguiente nos esperaba otra fantástica jornada con nuestros amigos.
Si queréis ver más fotos, os las he dejado aquí.