Otro año de amigos muy queridos, amigos a la distancia (más cerca, más lejos, de este hemisferio y del otro), de reírnos juntos (de nosotros mismos y de algunas cosas que nos pasan) y de entristecernos de vez en cuando (con motivo de algún suceso no tan feliz que le ocurre a alguno de esos colegas a quien - aunque no conocemos personalmente - le hemos tomado un inmenso cariño), de compartir experiencias, anécdotas y - claro está - recetas. Propias, de mis abuelas, de mi madre, de mis tías, de mis bisabuelas, de mis tías abuelas, de mis amigos, de algunos cocineros que me inspiran...
Otro año intentando contagiarles mi entusiasmo por la comida casera, simple, sin muchos artilugios, pero con mucho cariño, posible para principiantes tanto como para eruditos en la materia. Una cocina sincera, amiga de lo sustentable, sana (o lo más sana posible), con productos de estación, algunos no tan conocidos y otros que merecen una mejor posición ante miradas desconfiadas o incrédulas.
En fin, otro año que sin la compañía de ustedes con sus comentarios, consultas y recomendaciones no habría tenido mucho sentido. Por eso, quiero agradecerles inmensamente el tiempo que comparten conmigo (incluso a quienes sólo leen los posts y no dejan sus comentarios porque no les gusta, no les interesa o son tímidos, o aquellos que cada tanto pasan por aquí a echar una ojeada), lo cálidos y cariñosos que son y todo lo que me permiten conocer, disfrutar, compartir y divertirme con ustedes. ¡Gracias, muchas gracias por estar ahí y no dejarme hablando sola!
Y ahora a lo que hemos venido... Claro, como los más pequeños que cuando llegan al cumpleaños hay algo que tienen bien presente: a los cumpleaños se va a comer torta. Jajajaja :D
En esta oportunidad, preparé para la ocasión una torta/postre típico de la zona del Río de la Plata con mis propias licencias culinarias, eso sí (genio y figura hasta la sepultura, ya lo decía mi abuela): El postre Chajá, oriundo de Uruguay.
Se trata de una torta muy clásica de la cocina de las abuelas, bastante sencilla, con ingredientes típicos de la gastronomía popular de esta región, fresca y apta para el postre de los domingos en familia (ésos que tenían la mesa bien larga, presidida por la abuela o la bisabuela inmigrante).
El postre Chajá - cuya receta mantiene en secreto la familia que lo creo, allá por fines de 1920 - reúne un bizcochuelo clásico de 6 huevos (preparé la receta que me enseñó mi abuela), crema chantilly, el clásico dulce de leche, duraznos en almíbar y merengues.
Aquí les dejo el listado de ingredientes para preparar este postre ideal para fin de reunión familiar o como torta de cumpleaños.
Comenzamos preparando el bizcochuelo. Esta versión sabor vainilla admite otras opciones (no tanto para esta torta o postre que ya tiene bastante personalidad tal y como está, pero eso queda a su gusto): chocolate (aquí está la receta del año pasado), limón, naranja, con café, con licor, con coco... Digamos que es un básico de la pastelería de todos los tiempos.En un bol, colocá 6 huevos (ecológicos o pastoriles) junto con 180 gramos de azúcar y 1 cucharadita de extracto de vainilla. Con batidora eléctrica, batí hasta alcanzar el punto letra o cinta (al levantar el batido y dejarlo caer, formando dibujos, se establecen trazos que no se hunden en la mezcla rápidamente o con facilidad; de allí su nombre). Esta operación puede llevar unos minutos, mientras irás notando cómo aumenta exponencialmente el volumen del batido.
Entonces, incorporá de a poco los ingredientes secos (180 gramos de harina 0000, 1 pizca de sal y 2 cucharaditas de polvo para hornear), previamente tamizados, con movimientos envolventes para no perder todo el aire que conseguimos durante el batido.
Luego, volcá la preparación en un molde de torta enmantecado y enharinado. Cociná en horno precalentado a 160-170°C por 40 a 45 minutos o hasta que el bizcochuelo supere la prueba del palillo. Desmoldá aún tibio y dejá enfriar.
Cortá la torta en 3 partes, capas o niveles. Para ello, utilizá un cuchillo apto para pan con serrucho porque facilitará la tarea sin romper, desgarrar o malograr la masa.
Disponé la capa base de la torta o postre en el lugar definitivo donde la presentarás. Luego, utilizando una manga (descartable o no), cubrí la masa con abundante dulce de leche repostero. De esa manera, con una espátula o una cuchara podrás repartir de manera cómoda y lo más parejo posible el primer relleno de la torta, sin levantar en el proceso parte de la miga del bizcochuelo. Por último, espolvoreá o repartí por encima de esta capa nueces troceadas a mano o cuchillo (porque la idea es que se sientan los tropezones al momento de comerla).
Con cuidado colocá la segunda capa de bizcochuelo y, antes de rellenar, pincelá con abundante almíbar (el que traen los duraznos) combinado con 2 ó 3 cucharadas de algún vino generoso (si el postre será presentado para niños, sólo utilizá el almíbar de la fruta).
Por encima, cubrí la masa con abundante crema de leche (en mi caso 200 ml de crema light, reducida en un 55% de grasas respecto de la tradicional) batida a punto chantilly con 3 cucharadas bien colmadas de azúcar impalpable/glas. Por encima, disponé algunos duraznos en almíbar cortados en cuartos y completá el piso con merengues (pueden ser trocitos de merengues o merenguitos que podés comprar en la panadería o en el supermercado si no tenés ganas o tiempo de hacerlos vos mismo).
Finalmente, colocá la última capa de masa y cubrí tanto la parte superior como los laterales de la torta con más crema chantilly.
Como decoración final, disponé rodajas de duraznos en almíbar y más merengues.
La verdad sea dicha: No soy ni amante de la crema chantilly ni de los duraznos en almíbar. Sí, pueden acusarme con el dedo y señalarme cuando me vean pasar porque no me preocupa en lo más mínimo ir contra la corriente de la mayoría... Se preguntarán, entonces, por qué preparé este postre para el aniversario del blog. La respuesta es bien simple: porque a mi familia le gusta mucho (y, al fin y al cabo, son mis más fervientes admiradores, conejillos de indias, sponsors y aguanta todo - que comamos más tarde porque primero hago las fotografías, que cambie de planes con los menús, qué experimente con recetas y se las haga probar... - que me han apoyado con cariño y paciencia estos 2 años).
Además, creo que a muchos de ustedes puede resultarle una torta de lo más sencilla (incluso mucho más si la preparan con bizcochuelos comprados) para llevar de postre a una reunión familiar, si no son muy experimentados en la pastelería o por glotonería nomás.
El resultado será un postre/torta con estilo muy casero, bizcochuelo esponjoso y pleno de gustos conocidos: dulce de leche, crema, duraznos, nueces y merengues. Sabores que seguramente los remitirán a su infancia con tortas de abuelas o madres con sabores similares.
Antes de despedirme, quiero agradecerles nuevamente su compañía, amistad, cariño, ánimo, preocupación, afecto, cordialidad, consultas, comentarios en los que me cuentan los resultados y sensaciones al preparar alguna de mis recetas, y sugerencias que han hecho de este blog de recetas un mejor blog y de mí misma una mejor persona-cocinera durante los últimos 2 años.
Una última aclaración: Les pido mil disculpas a todos aquellos que cuando deseen dejarme algún comentario se vean forzados a utilizar el sistema/herramienta para acreditar que son humanos (la herramienta de verificación de palabras). Es mi costumbre dejar abierta la posibilidad de comentarios y consultas para todo aquel que lo desee hacer, sin estar obligado a poseer un blog o cuenta. Es decir, no menosprecio el comentario anónimo (aunque siempre prefiero aquel anónimo que tiene la delicadeza o gentileza de dejar su nombre para conocernos algo más). Sin embargo, harta de recibir comentarios spam, tonterías varias y links a páginas indeseables o inexistentes, opté por volver a instalar el verificador de palabras. Después de todo, nos toma algunos segundos más, nadie muere en el intento y nos hace recordar que dejarle un mensaje-comentario a alguien es un acto social de afecto y cordialidad que debemos realizar con verdadero interés.
Muchas gracias por estar allí, acompañándome otro año más y por haber llegado hasta este punto del post de hoy. Espero que les haya gustado mi propuesta cumpleañera.
Hasta la semana próxima. ¡Diviértanse, experimenten en la cocina y sean felices! Les mando un cariño enorme.