Nominada al Oscar 2013 como Mejor Película en Idioma en Idioma Extranjero y presentada como cinta de apertura en Guadalajara 2013 -y, de pasada, como muestra del cine escandinavo homenajeado en esa edición del festival tapatío-, ha llegado a las salas comerciales defeñas Un Viaje Fantástico (Kon-Tiki, GB-Noruega-Dinamarca-Alemania, 2012), tercer largometraje de la pareja creativa formada por los noruegos Joachim Rønning y Espen Sandberg (churrito Bandidas/2006, Max Manus/2008, no vista por mí). La película, escrita por Peter Skavlan, sigue con cierta fidelidad la increíble aventura científico-marítima de seis escandinavos -cinco noruegos, un sueco- que, del 28 de abril al 7 de agosto de 1947, viajaron durante 101 días en una balsa construida de madera, atravesando el peligroso Oceáno Pacífico, del puerto peruano del Callao hasta una de las islas de la Polinesia, pues el lider de la expedición, el obsesivo atropólogo noruego Thor Eyerdahl, buscaba comprobar que las islas polinesias habían sido colonizadas por indios provenientes de Sudamérica y no por habitantes de Asia, tal como se pensaba hasta el momento. La epopeya fue contada, de hecho, en un documental realizado por el propio Heyerdahl llamado, como el título original de la cinta de 2012, simple y llanamente Kon-Tiki (Ídem, Noruega, 1950). La película, que mereció el Oscar 1951 a Mejor Largometraje Documental, fue editada por Olle Nordemar a partir de las imágenes que el propio Heyerdahl y sus compañeros tomaron durante el viaje con una camarita de 16 mm., mientras que la sencilla y directa narración en off fue escrita por el propio líder del proyecto, quien había llegado a la herética conclusión de que la Polinesia había sido colonizada 1,500 años atrás por los indios sudamericanos en su discutida tesis "Polinesia y América: un Estudio de Relaciones Prehistóricas". El documental, en blanco y negro, sin sonido sincronizado y con imágenes claves faltantes -la narración escrita por el propio Heyerdahl nos informa tranquilamente que no hay pietaje del interior de la cabina de la balsa, pero que sí sobrevivieron fotos fijas, que es lo que vemos-, Kon-Tiki se sostiene de todas formas por el simple hecho de que estamos viendo algo verídico, filmado en el momento en el que estaba sucediendo. He aquí, pues, la increíble aventura de seis tipos (pero, en serio, ¿qué tenían en la cabeza?) que se subieron a una balsa hecha con troncos y, siguiendo los vientos y las corrientes del Oceáno Pacífico, atravesaron casi 7 mil kilómetros, seguidos/acompañados por toda clase de fauna marítima, incluyendo majestuosas ballenas y temibles tiburones -que se alcanzan a ver de vez en cuando en el pietaje rescatado, por cierto.
Con una historia como esta, su adaptación al cine de aventuras no podía fallar y, en efecto, Un Viaje Fantástico no decepciona... mucho. El problema -dramáticamente hablando, aclaro- es que la epopeya de Heyerdahl y compañía fue tan increíble como exitosa: esa media docena de hombres se subieron a una balsa construida con los mismos materiales que usaban los indígenas sudamericanos de hace 1,500 años, la bautizaron Kon-Tiki (dios inca del Sol) y desafiaron al Oceáno -esa inmensidad inabarcable- para comprobar algo que parece poco más que el capricho de un joven científico inseguro/suicida. Al final de cuentas, pues, la aventura fantástica del título en español terminó bien y, con todo y algunas tormentas y el acoso cotidiano de los tiburones, Heyerdahl y sus cinco camaradas llegaron a buen puerto a una isla deshabitada de la Polinesia. Entonces, si todo salió tan bien, ¿cómo dramatizar cinematográficamente ese viaje de 7 mil kilómetros? Creando de la nada fricciones absurdas entre los miembros de la tripulación que no existieron en la realidad, cargándole el (falso) muertito de un constante miedo paranoico al ingeniero divorciado vende-refrigeradores Herman Watzinger (Anders Baasmo Christiansen), o subrayando un curioso rasgo psicológico -este sí verdadero- en el lider de la experdición marítima Thor Heyerdahl (Pål Sverre Hagen, muy en su papel) quien, aunque parezca mentira, ¡no sabía nadar! Ya que los únicos personajes más o menos bien definidos en el filme son los mencionados Heyerdahl y Watzinger -además de la sufrida esposa abandonada de Heyerdahl, Liv (Agnes Kittelsen), que espera/desespera por su ausente marido explorador-, y ya que el drama humano en la balsa no llega a ser nunca tan interesante como lo que sucede alrededor de la balsa, Un Viaje Fantástico termina sosteniéndose de todas formas por un efectivo -por lo emocionante- manejo de los espacios abiertos/cerrados encima/abajo/en-el-interior/en-el-exterior de la balsa, bien logrado por la fotografía de Geirt Hartly Andreassen. Aquí está la gran fortaleza de esta película y solo por ello vale la pena revisarla. Aunque sea, como es mi caso, para cerrar los ojos ante el horror inabarcable e indomable del océano.